Habría un peligroso triunfalismo por la renegociación de los bonos, el macro préstamo del Fondo Monetario Internacional en condiciones preferenciales y nuevos préstamos con China. Con esto el Gobierno podrá pagar sueldos y compromisos atrasados, se inyectará liquidez a la economía y habría pasado lo peor. Se empieza a vivir la “nueva normalidad” y es hora de escuchar el mensaje de los candidatos: “voten por mí y se resolverán todos los problemas”. Hace bastantes años, estuve muy cerca de un candidato presidencial y le dije: “es tiempo de plantear sin tapujos la grave situación económica y la necesidad de adoptar medidas de ajuste para superarla y recobrar el crecimiento”. La respuesta fue: “Pancho, si digo lo que me sugieres pierdo las elecciones. Esto lo diré ya en el poder”.
Probablemente tuvo razón dadas las condiciones electorales ecuatorianas. Pero el ciudadano condena a los políticos precisamente por el engaño, las promesas incumplidas, la mediocridad, y la brutal corrupción de muchos de ellos, al punto que reniega de todos. Los ha colocado en un mismo saco y así ha puesto en peligro la subsistencia del sistema democrático. La terrible crisis que azota al país por el criminal manejo económico de la década del robo y los efectos destructivos del covid-19, ha puesto a muchos electores dispuestos a oír los cantos de sirena de los milagreros aspirantes a Carondelet.
Las cifras del decreto # 1137, que dispone el pago anticipado del impuesto a la renta, revelan el tamaño de la crisis: los ingresos tributarios de 14.323 millones de dólares previstos en el Presupuesto General del Estado para 2020, llegarán apenas a 11.616 millones. El déficit esperado para este año es de 9,435 millones, pese a que el PGE, originalmente de 35.498 millones, se ha reducido a 32.603 millones. Mientras haya déficit fiscal habrá que endeudarse más. Es necesario eliminar el déficit y lograr un superávit. Por los excesos de gasto, la deuda pública, que en 2006 fue de 13.482 millones, llegará a finales de 2020 a cerca de 70.000 millones. Su pago significará una enorme carga de la cual no se saldrá sin un crecimiento sostenido de la economía. Para ello, Ecuador tendrá que revisar las remuneraciones tanto en el sector público como en el privado, reducir el tamaño del Estado a un nivel que la economía pueda mantenerlo; eliminar instituciones estatales no imprescindibles; establecer el pago de peajes en carreteras, túneles y puentes; obligar a los municipios a encontrar fuentes propias de financiamiento; desmontar trámites y exigencias burocráticos que encarecen la operación de las empresas; abrir la economía en busca de mayor competencia en beneficio del consumidor. En suma: concienciación y esfuerzo de todos. ¿Algún candidato será capaz de comprender la realidad y dejar de lado el discurso vacío y populachero?