Sistema en demolición

El empeño de destruir el sistema interamericano continúa. Y eso es malo para la región, para nuestro país y, paradójicamente, también para Estados Unidos que parecería ser el promotor. Después de que el presidente Trump, rompiendo un acuerdo de caballeros vigente por más de sesenta años por el cual el BID tendría siempre a un latinoamericano como su presidente ejecutivo y un estadounidense como vicepresidente y, además, la sede estaría en Washington, propuso al abogado Mauricio Claver Carone, su incondicional y del ala más radical, como candidato para ocupar la primera posición del Banco, ahora hay la torcida voluntad del Secretario de la OEA, Luis Almagro, de no renovar el contrato del Secretario de la CIDH, Paulo Abrao, reelegido por unanimidad en enero pasado. Lo que le corresponde a Almagro es dar paso a un trámite administrativo sin inmiscuirse en la decisión de la Comisión. No tiene ninguna atribución para cambiar lo decidido por la CIDH, a pesar de las denuncias contra Abrao, que deben ser investigadas, por supuesto.

A los dos hechos anteriores se suma el desprestigio en que han caído las Comisiones Observadoras Electorales de la OEA que han tenido no solamente graves errores en sus últimas funciones sino rotundos fracasos como el último en las elecciones de Bolivia. Han perdido credibilidad.

Para lograr esta aparente demolición del sistema interamericano que ha fracasado en resolver casos esenciales en materia de derechos humanos y democracia en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, el protagonista principal ha sido el recientemente reelegido Almagro. Con Venezuela no ha habido sino alharaca retórica sin buscar, desde un comienzo y desde el diálogo, solución a tan trágica situación. Con Nicaragua ha sido más de lo mismo y, con Bolivia, tras negociar el voto a favor de su reelección con Evo Morales, le dio la espalda después del levantamiento social y militar que terminó con su gobierno. Patético. Esas maniobras han desprestigiado a la OEA al extremo de que ha pasado a ser intrascendente.

A toda la región, y por supuesto al Ecuador, le conviene que el sistema interamericano funcione. Estados Unidos debe comprender que sus vecinos de la región no son los mismos que hace 30 años, que han avanzado, tienen su propia identidad, claras las ideas de sus problemas y un sentimiento de autonomía en función de sus intereses.

Daría la impresión que la torpe demolición de las instituciones interamericanas, teniendo como peones a Almagro y a Claver Carone, está dando resultado sin darse cuenta de que de esta operación la única beneficiaria es China, que es, paradójicamente, la adversaria a la que Trump quiere combatir.

Y Ecuador sumiso apoya como acólito estas maniobras. Votó a favor de Almagro, apoya a Claver Carone, en la época del canciller Valencia, y no dice nada de la CIDH.

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