Estas elecciones del 24 de marzo pasado nos han revelado nuevas conformaciones políticas a nivel nacional pero también local. Si se ha reconstituido el mapa político en el país, lo mismo ha ocurrido en Quito; si hemos regresado a la lógica de los bastiones electorales en el territorio nacional, en Quito se han constituido.
Tras los primeros resultados electorales que daban cuenta del sorpresivo triunfo de Jorge Yunda a la Alcaldía, las élites quiteñas empezaron a despotricar con memes (racistas, clasistas) e interpretaciones de que el sur, es decir la barriada popular, había puesto el alcalde de la ciudad; y por lo tanto había invadido el norte aristocrático de Quito. ¿Qué de cierto tiene esta afirmación?
Es un imaginario anclado en una visión supremacista y en una ciudad del pasado, que cree que Quito está organizado cardinalmente bajo la forma sur-centro-norte, cuando esa visión corresponde a la ciudad del siglo XX, que tuvo una forma longitudinal debido a que su crecimiento estuvo marcado por la geografía. Sin embargo esta lógica se modificó en los años 1970 con el ‘boom’ petrolero gracias al aparecimiento de los denominados barrios periféricos inicialmente en cuatro zonas: al sur oriente en la Lucha de los Pobres, al sur occidente en la Hacienda Ibarra y la Ecuatoriana; al nororiente en el Comité del Pueblo y al noroccidente en la Jaime Roldós-Pisuli.
La ciudad actual, la del siglo XXI, se fue hacia los valles de Cumbayá, Los Chillos, Pomasqui, Guayllabamba y Machachi, conformando no un área metropolitana sino una región urbana bajo la modalidad de una ciudad de ciudades, que cuenta con múltiples centralidades y periferias, distintas a las que conocíamos.
¿Cómo votó Quito en esta nueva ciudad? Cuando se mira la información parroquia por parroquia, Jorge Yunda gana en todos los barrios periféricos y no solo en el sur, como se quiso hacer creer. Y, por otro lado, César Montúfar, quien obtuvo el cuarto lugar, vence en las parroquias centrales con proyección hacia el Valle de Cumbayá. Un resultado de este tipo nos muestra que el dualismo geográfico norte-sur ya no tiene vigencia y que más bien hay un nuevo de corte centro-periferia, esto es, ciudad formal y ciudad popular.
Esta aproximación se confirma cuando se hace el análisis desde las candidaturas al Concejo Metropolitano. Lo primero que salta a la vista es que el diseño de los distritos electorales tiene muchos problemas a la hora de buscar la representación: Jorge Yunda gana la alcaldía con 21% de los votos y obtiene el 14 % de escaños; Luisa Maldonado, con una meritoria campaña electoral, sale segunda con 18% y su agrupación obtiene el 42% de las concejalías. Lo segundo, que los distritos electorales no están en sintonía con la ciudad actual. Y lo tercero, que a la fragmentación política se suma la atomización por distritos.