El 29 de septiembre, se celebra el Día Internacional del Anciano. El Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer y, en general, los cuarenta años transcurridos desde la Primera Conferencia de las Naciones Unidas para la Mujer, celebrada en México, en 1975, y luego, las Conferencias de Copenhague, Nairobi y Beijing, han contribuido significativamente a legitimar la preocupación por el desarrollo económico y social de la mujer y su incorporación al desarrollo.
Dentro de este contexto, la mujer de la tercera edad es la que más ha sufrido, a pesar de que en los diferentes documentos extraídos de las cuatro conferencias de las Naciones Unidas para la Mujer y de la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento en 1982, existen párrafos alusivos a la mujer envejeciente que hacen hincapié en los aspectos humanitarios y de desarrollo de la ancianidad.
La experiencia ha demostrado que la preocupación para atender los aspectos económicos y psicosociales de la ancianidad es todavía deficiente aun cuando se han recomendado a los gobiernos adoptar políticas a largo y mediano plazos referidas no solo a los aspectos biológicos, sino también a aquellos gerontológicos, geriátricos, económicos, jurídicos, de pobreza extrema, modificaciones psicológicas, dependencia de los demás, entre otros. Y constan en los artículos 36, 37 y 38 de la Constitución ecuatoriana, que manda dar una atención prioritaria a las personas adultas mayores, garantizando derechos de salud gratuita, jubilación universal, protección contra cualquier tipo de explotación económica o laboral, maltrato, violencia.
De otro lado, es un hecho comprobado el aumento progresivo de la esperanza de vida en el mundo. El número de mujeres de 75 años o más es cada vez mayor, creando problemas a los que los gobiernos deben dar soluciones rápidas y concretas a través de enfoques modernos.
El Instituto Ecuatoriano de Investigaciones y Capacitación de la Mujer (Iecaim) ha realizado algunos eventos sobre la situación de la mujer mayor y la mujer anciana demente y cuenta son la investigaciones “La Mujer de la Tercera Edad en el Ecuador”, “La situación de la mujer adulta mayor en el Ecuador”, “La mujer de la tercera edad y las políticas públicas”, las cuales arrojan índices dignos de tomarse en cuenta. El 60% de los ancianos son mujeres; y, por su longevidad, el 65% de personas de 80 años o más, son mujeres.
La revista Populi, del Unpfa, dice que el envejecimiento tendrá graves efectos en la población futura. Los grupos de ancianos serán cada vez mayores en edad y en número y serán más urbanos. Los problemas de pobreza y socio económicos se agradarán. Habrá más ancianos desvalidos que nunca.
No existen políticas públicas para la mujer de la tercera edad en el Ecuador.
La Ley del Anciano no se cumple en el 100% y en el Congreso -hoy Asamblea Nacional- se debate una nueva ley por muchos años sin que se le dé la importancia que se merece.