En pocos días, Donald Trump, el presunto gran empresario y negociador que todo lo consigue, demostró ser un fiasco en casi todo: no negocia, no consigue lo que busca, adopta medidas irracionales, su intelecto es limitado y acumula más y más rechazo en su país y el mundo. El tiempo corre en su contra.
El outsider, el hombre que todo lo sabe, el que encarna al pueblo y lo interpreta, el que se opone al aborto y odia a la prensa –características que los ecuatorianos conocen en carne propia— prometió cambios inmediatos. El problema es que cumplirlos tomará tiempo y sus efectos podrían ser desastrosos.
Construir un muro con México será un proceso plagado de problemas y tomará al menos dos años y harto dinero de los contribuyentes. Poner contra la pared a los migrantes atenuará además la disponibilidad de mano de obra en muchos sectores, especialmente el agro y la construcción, con su consecuente encarecimiento.
Además, el proteccionismo que se anuncia, subirá los precios de múltiples productos que ya son parte de la vida diaria del estadounidense medio, la baja de impuestos generará problemas fiscales y la anunciada renegociación del TLC con Canadá y México será tortuosa.
El rechazo a Trump va ir en aumento exponencial, no sólo a nivel interno, sino en el mundo entero. La sociedad civil de muchos países está cada vez más unida contra él, lo mismo irá pasando con los gobiernos desarrollados y en desarrollo, del Norte y del Sur. La ONU ya habló claro contra sus políticas migratorias. Trump en guerra contra todos. Muchos observadores vienen sosteniendo que el estadounidense es un lince para la negociación. Pero en el mundo real del ejercicio de gobierno, está demostrando todo lo contrario. Negociar es conseguir algo y que sea favorable. Con Trump eso no está sucediendo. El presidente de México, Enrique Peña, ya le dijo no a la invitación a reunirse y otros mandatarios le han contestado al teléfono y le han dicho usted está equivocado.
Trump llegó a prometiendo cambios inmediatos que beneficien a las mayorías. Eso en la gestión de un gobierno no existe.
En menos de 24 meses, cuando se celebren elecciones intermedias en Estados Unidos, los electores podrán castigar la locura de Trump. Además, las instituciones de ese país entrarán más pronto que tarde en franca contradicción con su gobierno y ordenarán el freno de varias medidas.
Contra la pared pondrán la prohibición de ingreso de refugiados y cuestionarán las dificultades que están enfrentado todo tipo de extranjeros para llegar al país. ¿Qué diría la mamá de Trump, una migrante llegada de Escocia con apenas 50 dólares en el bolso, si supiera lo que hace su hijo? ¿Qué pueden decir la esposa actual del mandatario y la anterior, ambas inmigrantes?
El mundo está contra Trump y él contra el mundo. Todos corremos peligro, pero nuestro aliado incondicional es el tiempo, el peor enemigo de Trump.