Los números son muy simples, pues el presupuesto del Estado requiere mensualmente para atender los gastos más urgentes USD 830 en promedio para sueldos y salarios, USD 200 mensuales para deuda pública interna y externa por concepto solo de intereses, USD 220 millones para cubrir bienes y servicios, USD 150 en transferencias por subsidios y USD 250 para gobiernos seccionales, todo lo cual suma USD 1 650 millones mensuales. Si a eso se suma que solo se atienda el 50% del gasto de capital, se requieren USD 250 millones mensuales promedio. Por lo tanto, cada mes el fisco requiere no menos de USD 1 900 millones, cifra que no suma atrasos ni pagos de capital de la deuda pública. En materia de ingresos por petróleo, el Estado no recibe prácticamente nada, pues los ingresos por exportaciones están ya comprometidos, los derivados están subsidiados y además debe importar derivados. Los únicos ingresos que percibe son los impuestos, los mismos que fueron el año pasado USD 13 800 millones anuales o USD 1 150 millones mensuales.
El Presupuesto cada mes recibe USD 1 150 y debe gastar como mínimo USD 1 950, es decir, requiere no menos de USD 800 millones mensuales de nueva deuda sin incluir los vencimientos de deudas previas ni atrasos. Para este año, el país requerirá no menos de USD 10 000 millones adicionales solo para atender compromisos mínimos y sin resolver los atrasos que tiene con proveedores del Estado, deuda interna con el BCE y el IESS, vencimientos de deuda de corto plazo, entre otras obligaciones. Según el presupuesto aprobado por la Asamblea, las necesidades totales de financiamiento para 2018 son de USD 9 800 millones, cifra similar al monto anotado, pero, ¿cómo van a atender todo lo que falta? Conclusión, necesitarán cada vez más deuda. Es imposible un país que viva de esa forma. Estamos viviendo con base en la tarjeta de crédito y pagando el mínimo. Este problema se presenta porque el endeudamiento agresivo ya ha comprometido ingresos actuales como el del petróleo, el ambiente recesivo no permite más recaudación tributaria y, principalmente, el volumen de gastos es absolutamente incompatible con el monto de ingresos. Urge un programa económico que recupere la confianza en la conducción económica, con ello se recupere la recaudación tributaria y se adopten decisiones que recorten un gasto demencial y contraigan un estado obeso que ya no puede ni moverse. Caso contrario, si nos cortan el financiamiento esta burbuja de abundancia desaparecerá súbitamente y todos sentiremos la rudeza de la crisis. Sin poder usar más la tarjeta de crédito, los atrasos del fisco subirán, empezará el gobierno a pagar los sueldos con retraso, la obra pública se paralizará, aparecerán las intenciones de declarar moratorias de deuda, el circulante bajará … y no quiero seguir.
Columnista invitado