Jorge M. Streb*, columnista invitado
La democracia por sí misma no asegura el desarrollo económico si no se acierta en las políticas económicas correctas. La Argentina ya tuvo dos giros muy fuertes de política económica desde la restauración democrática en 1983. La primera reforma fue después de la hiperinflación de 1989, cuando se privatizaron empresas públicas, se abrió el comercio exterior y se eliminó el financiamiento monetario del déficit fiscal. Sin embargo, la imposibilidad de sostener la convertibilidad 1 a 1 entre peso y dólar y el ‘default’ de la deuda en 2001 abrieron el paso a una contrarreforma que revirtió los otros avances en política económica. Hoy estamos parados en un tercer giro fundamental de políticas económicas.
Las tareas urgentes son la reducción del déficit fiscal y la salida del ‘default’, que van a permitir nuevamente eliminar el financiamiento inflacionario del gasto público. Las tareas importantes son la eliminación de las trabas al comercio exterior y la reducción de las cargas impositivas al trabajo formal para permitir la reinserción de Argentina entre las naciones dinámicas y modernas del mundo, tanto en términos económicos como sociales y políticos. Se propone en particular bajar drásticamente o eliminar las cargas laborales para los trabajadores poco calificados en los sectores que son más fácilmente substituibles por la producción doméstica o la economía informal.
La realidad presente de la Argentina se refleja no solo en una situación de estancamiento económico durante estos últimos años, sino en un altísimo nivel de pobreza estructural. Esto contrasta fuertemente con las promesas de Raúl Alfonsín al inicio de la restauración democrática, cuando decía que “con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura”.
El segundo cambio fundamental llegó tras la crisis de 2001 que terminó con el ‘default’ de la deuda externa y el abandono de la convertibilidad entre el peso y el dólar. El PJ volvió al poder, primero con el nombramiento de Eduardo Duhalde por el Congreso tras la renuncia anticipada de Fernando De la Rúa, y luego con el matrimonio Kirchner a partir de 2003.
Así llegamos al 2015, donde se ha producido un traspaso del Poder Ejecutivo Nacional del PJ a una coalición opositora, Cambiemos, encabezada por Mauricio Macri del PRO e integrada también por la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica. A diferencia de 1999, esta transición política implica, además, una tercera transición en la orientación de la política económica. Esta tercera transición promete ser menos drástica que después de las crisis de 1989 y 2001, en parte porque la crisis actual no explotó en forma aguda como las dos anteriores. No hubo tampoco un desplome del Producto Interno Bruto (PIB) como en esas crisis anteriores, sino más bien un párate gradual de la economía.
* Consejero Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal).