Con base en el Censo de 2010, el INEC proyecta que en junio 30 el cantón Quito alcanzaría 2.690.150 habitantes y pasaría a ser el más populoso del país. Los cantones Guayaquil, Durán y Samborondón constituyen un conurbano de 3.1 millones, y siguen siendo el mayor conglomerado nacional.
Quito crece vertiginosamente. La semana pasada el Banco Mundial presentó su informe sobre las ciudades de América Latina, centrado en su crecimiento y cómo mejorar su productividad, con conclusiones muy pertinentes.
Para el Banco Mundial, lo positivo del crecimiento poblacional es que la concentración de individuos, en particular de aquellos con capacitación y destrezas, facilita el intercambio de ideas y compartir conocimientos, dando impulso a la innovación y productividad.
No tengo estadísticas, pero observo que en la migración a Quito hay un fuerte componente de personas con destrezas: la concentración de las oficinas administrativas de las multinacionales y el gran crecimiento tanto del gobierno central como de las paraestatales, atraen personal preparado de todo el país y el exterior. En la ola de venezolanos que escapan del infierno de Maduro hay un importante componente de profesionales y trabajadores calificados. Pero advierte el Banco Mundial que sin inversión adicional en infraestructura, o mejoras en políticas y gestión públicas, al crecer su población una ciudad se torna más hacinada, vías y demás infraestructura pública se congestionan, el crimen y suciedad son más prevalentes, anulando los beneficios del crecimiento.
Por lo de congestión, se tornó indispensable asumir la onerosa tarea de construir un metro. Hace 25 años, crimen y suciedad eran más notorios en la pujante Guayaquil que en la franciscana Quito. Pero hoy que en población el cantón Quito crece 1,8% y la ciudad administrada por Nebot sólo 1,1%, Guayaquil luce más limpio que la metropolitana Quito; el crimen en Guayaquil sigue acaparando titulares, pero también está en la capital.
El Banco Mundial advierte que las ciudades latinoamericanas seguirán creciendo, pero que la futura migración consistirá de campesinos de poca educación, que se desempeñarán en tareas informales: baja productividad.
Aquí un llamado de atención a las autoridades nacionales. En otras latitudes, la urbanización vino acompañada del repunte industrial: así crece China. No así en América Latina. El Banco Mundial aventura una hipótesis: las autoridades “podrían contribuir al desarrollo de servicios transables de mayor valor agregado atendiendo problemas estructurales, como restricciones institucionales y regulatorias”. Los poderes públicos deben pensar en cómo facilitar la creación de empleos productivos, y descartar tanta tramitología y legislación hostil a la inversión.