El miércoles, el Ministerio de Agricultura anunció la conversión de 30 000 hectáreas de arroz a caña para producir etanol, mezclarlo con gasolina y ahorrar en la importación de nafta de alto octanaje, necesaria para mejorar la mala gasolina de las refinerías nacionales. Se ampliará la oferta de Ecopaís.
Se trata de un repentino cambio de política: Petroecuador se planteaba no comprar más etanol nacional, sino importarlo. Se hubieran quedado sin uso las plantas que montaron los principales grupos azucareros nacionales ante el requerimiento del gobierno anterior: fuerte pérdida económica.
Hace treinta días, luego de diálogos con el sector lechero, las autoridades prohibieron que en la elaboración de alimentos se utilizase el suero que queda luego de hacer queso.
Ambas decisiones buscan atender situaciones creadas por la errada tradicional política agrícola. Se considera a la agricultura una actividad social, no económica. El Gobierno pone precios de sustento, para que incluso los más ineficientes tengan rentabilidad. A esto se suma que el gobierno anterior impulsó al alza los costos de producción en el país que la dolarización impide licuar.
Tanto para el arroz como para la leche, los precios oficiales altos han llevado a una sobreproducción: el mercado interno no puede absorber toda la producción. Esto conlleva peligro para los productores, muchas veces forzados a vender a precio inferior al oficial.
Los excedentes de arroz y leche no se pueden exportar, porque sus precios son más altos que los del mercado internacional. La solución para la leche es desperdiciar el suero para que se pueda vender la leche.
Para el arroz es reducir el área de sembrío, para tener menos oferta, y más caña para etanol. Mejor sería permitir la siembra de banano, pero está prohibida porque los nuevos sembríos serían más eficientes, con mejor tecnología, y hay que asegurar que los ineficientes puedan vender el banano. Por lo que las nuevas inversiones se dan en Guatemala, que nos desplaza del mercado de EE.UU.
Por supuesto que hay ganaderos y arroceros muy eficientes. Podrían vender con ganancia a los precios internacionales.
También hay maiceros y soyeros muy eficientes. Pero las autoridades fijan precios oficiales que son el doble del precio internacional, a los cuales la industria de balanceados tiene que comprarles toda la producción, como requisito para poder importar el resto. Como resultado, el balanceado es caro, y las carnes de pollo y cerdo tienen precios más elevados que en los países vecinos.
Las autoridades del MAG están conscientes de esta enorme ineficiencia agrícola, pero a la vez comprenden que los cambios no pueden ser bruscos. Pero irán dándose. Para el arroz, el nuevo precio es USD 29 por saca de 200 libras. Hace un año fue de USD 32,30.