Las escuelas taller nacieron en España en 1985, como instrumento de formación para el empleo de jóvenes entre 16 y 25 años, y como mecanismo para la recuperación de edificios patrimoniales. Se trataba de una formación práctica en un 80%, que se basaba en la tecnología de “aprender haciendo”. Se convirtieron en una ‘marca’ de calidad de la Cooperación Española, y han intervenido en 266 proyectos, en 67 ciudades de 24 países. Siempre han estado vinculadas a la recuperación del Patrimonio Histórico, aunque en los últimos años han incursionado en otras áreas, como el turismo, la cocina o la jardinería. En Ecuador ha habido tres.
En la formulación del proyecto de Escuela Taller de Reconstrucción de Manabí (ET) se resalta que el terremoto del pasado 16 de abril puso de manifiesto las deficiencias de construcción de viviendas en la zona, especialmente de las de la población con menores recursos: a causa de pocos profesionales, errores de diseño, malas prácticas constructivas, escaso control del proceso y errático cumplimiento de la normativa antisísmica.
Lo cierto es que las construcciones realizadas con materiales tradicionales resistieron mejor que las basadas en cemento u hormigón armado -mayoritarias en la zona afectada-, por lo que desde distintas organizaciones con voluntad de aportar se señaló la necesidad de retomar aquellas tecnologías tradicionales, especialmente en el medio rural, no solo por su resistencia a los sismos, sino también desde el punto de vista de la sostenibilidad, de la mitigación del cambio climático o de su capacidad para dinamizar las economías locales y campesinas.
Pero para utilizar esos materiales y esa tecnología hace falta profesionales y mano de obra suficientemente cualificada, y si se incrementa -como esperamos y para lo que trabajamos- significativamente ese tipo de construcción hay que poner a disposición del proceso los recursos humanos que respondan a las exigencias de calidad y seguridad. Ahí surge la ET de Manabí, que formará a 160 jóvenes de familias de escasos recursos, becados, en oficios relacionados con las tecnologías de reconstrucción sostenible, y en la producción de muebles y artesanías, utilizando materiales locales, y que estarán becados.
Los ciclos de formación serán de seis meses o un año, con dedicación de ocho horas al día. Los socios de la AECID son el Gobierno Provincial de Manabí y la Universidad Laica Eloy Alfaro (Uleam), en cuyas instalaciones en Manta y Pedernales, se impartirá la formación. La ejecución estará a cargo de la empresa pública Manabí Produce. AECID estará dos años y a partir de ahí, la Uleam y el Gobierno Provincial asumirán la continuidad. El proyecto alcanza los USD 700 000, de los que un 75% corresponde a la Cooperación Española.
El proceso de reconstrucción es una oportunidad para la puesta en valor de todo ello.