Aunque la visita del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, no trajo consigo importantes anuncios en términos de inversión, cooperación bilateral y firma de un posible tratado de libre comercio, podría afirmarse, más bien, que tuvo un impacto simbólico y político destacado. Ha implicado, ahora sin la influencia negativa de la ex canciller María Fernanda Espinosa, un cambio de rumbo de la política exterior del Ecuador.
A través de la prensa nacional pudimos conocer que una de las prioridades del paso por Ecuador de Pence fue sumar apoyos para tratar de aislar aún más al régimen de Nicolás Maduro. En este aspecto la respuesta del presidente Lenín Moreno fue más bien tibia. La postura más adecuada podía haber sido otra. No solo por lo que representa el gobierno de Maduro sino por los efectos que está sufriendo el Ecuador producto de la inmigración masiva de ciudadanos venezolanos.
Sin embargo, lo más destacado de este encuentro con Pence fue el hecho de fortalecer los lazos de amistad y de cooperación entre ambos países. Es la primera vez en 59 años que un vicepresidente de los Estados Unidos visita el Ecuador. Y es que más allá de las posturas ideológicas que pudieren existir, hay aspectos de interés común que deberían preocupar mucho más a los gobernantes. Los Estados Unidos es nuestro principal socio comercial. El 40% de todas nuestras exportaciones van al mercado norteamericano. Uno de esos bienes es el petróleo, el cual tiene para los Estados Unidos un carácter estratégico. De igual modo, hay otros temas como la inmigración, los grupos irregulares de la frontera y el narcotráfico que preocupan a los dos países.
La visita de Pence se produjo en un momento de crisis de relaciones con Bolivia y Venezuela. Los pronunciamientos de Morales y de Maduro con respecto del Ecuador por el procesamiento del ex presidente Rafael Correa por parte de la justicia -los cuales pueden interpretarse como una clara interferencia en asuntos internos y de una torpeza enorme-, han afectado en mayor medida al eje bolivariano. Son ellos los que ahora están perdiendo apoyo del Ecuador en foros regionales como la OEA, y digamos que lo que no consiguió Pence con su visita, lo han logrado la “inteligencia” de Morales y Maduro juntos.
Considero que esto es muy positivo. Ya es hora de que el Ecuador dé forma a su política exterior y muestre una posición ahora sí soberana e independiente a nivel mundial. Mucho más comprometida con los derechos humanos, las libertades y la democracia. No lo que hizo el correísmo: entregar, sin beneficio de inventario, el manejo de la política al eje de La Habana y Caracas. Sumisos a un pensamiento decadente.
Es de esperar que todos estos acontecimientos sean leídos de manera apropiada por el actual canciller, José Valencia, y se materialicen en beneficio de los altos intereses nacionales. Sí, llegó el momento de un cambio de rumbo.