Se presentaron como los grandes salvadores, los que tenían el conocimiento y la pureza ética para redimir a la nación de todos sus males. Con un discurso anti sistema, en su momento recogido y amplificado por despistados poco prolijos que no lograron advertir a tiempo la envergadura del engaño, se hicieron de todos los poderes apoyados por una mayoría de electores que cayó seducida por las promesas de cambio. Decían lo que la población quería oír. Contaban con ayudas sagaces, con las que fácilmente lograron copar todas las instituciones a título de una revolución que, lo único que buscaba era colocar su gente en sitios claves que les permitiese poco a poco ir construyendo una hegemonía imbatible, que demoliese a las voces críticas para gobernar a sus anchas.
Las circunstancias les favorecieron cuando adicionalmente se encontraron con una riqueza inusitada, sin parangones en la historia patria, proveniente de fenómenos exógenos que les permitió gastar a manos llenas creando la fantasía de que nadábamos en la abundancia, lo que condujo a que la población mire con indolencia los abusos, insultos, escarnios que emanaban desde las altas esferas del poder.
Hablaron de eficiencia, pero cuando los dólares dejaron de fluir por la venta del mayor producto de importación, el modelo tambaleó.
Hábiles en los ardides, pretendieron achacar todas las culpas de los malos ratos a la situación externa, pero cuando los precios del crudo estaban al alza y existía dinero atribuían todos los elogios a la supuesta buena gestión gubernamental. Omitían referirse a la excepcional coyuntura foránea cuando ésta permitía el ingreso de divisas a la economía; y, en el momento que la misma no fue favorable, fue la excusa perfecta para endosarle toda la responsabilidad de las dificultades experimentadas. Se declararon paladines de la ética y la pulcritud. Sin embargo, poco a poco se fueron develando situaciones que resultaron imposibles de esconder.
Como nunca se encontró una estructura organizada para aprovecharse de los recursos del Estado.
Jamás en la historia de la República dos ex representantes de la mayor empresa estatal y un ex ministro de la cartera del ramo han terminado con orden de prisión por delitos que se les imputan durante su gestión ¿Nadie vio lo que sucedía a su alrededor? ¿Indolencia? ¿Ineptitud?
Mencionaron que eran demócratas. Pero pronto se apresuraron a dar su propia versión de lo que entendían por democracia. A ellos les bastaba la obtención del voto en las urnas. Pero nunca fue su intención crear una institucionalidad soportada en pesos y contrapesos, de ninguna manera. Todo debía estar a las órdenes de una sola voz, nadie podía apartarse del postulado oficial. Con ello el Estado de Derecho se convirtió en entelequia, la democracia en un simple vocablo que servía para legitimar conductas cada vez más similares a las autocracias del realismo mágico. Lo positivo es que el pueblo reaccionó; y, al parecer, se apresta a ponerle fin.