Durante el desquiciado correísmo, nuestra política internacional viajó al garete. El norte de su brújula únicamente consistía en combatir contra viento y marea al odiado imperialismo, atribuyéndole ser causa de todos los males e injusticias y de un afán de dominación simbolizado en la imagen del dólar. Con tal óptica, se adujo que el desarrollo capitalista no pasaba de ser un espejismo impuesto mediante la propaganda y el abuso. Al socialismo, en cambio, se le presentaba como expresión del “auténtico desarrollo democrático y humano”, vigente en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Correa rechazó, entonces, toda cooperación con Washington y expulsó a la Embajadora norteamericana y al representante del Banco Mundial en Quito. Su virulencia quedó demostrada cuando se alió con los enemigos del imperio: Corea del Norte, Siria, Libia, Irán, Belarús. Tan absurda concepción ideológica condenó al Ecuador al aislamiento y desprestigio, lo que el Presidente Moreno parece que desea corregir.
La prueba más reciente es la visita del Vicepresidente Pence, con quien el mandatario ecuatoriano se reunió para examinar los temas más importantes de la agenda bilateral. Para decidir sobre el viaje, Washington habrá observado la nueva apertura democrática en la política exterior ecuatoriana y habrá decidido ampliar su cooperación para dar mayor vigor a los principios y objetivos de la Carta Democrática Interamericana. Las satrapías de Maduro y Ortega están en su mira. Parece que Moreno empieza a ver claro en este campo y que está dispuesto a invocar la doctrina Roldós. Sin coincidir necesariamente con el punto de vista norteamericano, el Ecuador ha tomado conciencia de que los Estados Unidos -primera potencia mundial- es nuestro más importante socio comercial y ha resuelto actuar pragmáticamente para ampliar las relaciones mutuas.
El trabajo del Embajador Carrión en la capital norteamericana está contribuyendo positivamente para dar fuerza a esa renaciente tendencia norteamericana de acercarse constructivamente hacia el Ecuador. Nuestro país debe sacar el mayor provecho posible de la coyuntura. En primer lugar, le conviene negociar un acuerdo comercial, bueno para ambas partes; además, obtener la máxima cooperación en temas de interés nacional como la migración, el financiamiento del desarrollo, la inversión privada, la transferencia de tecnología, la cooperación judicial, la lucha contra la corrupción, el crimen organizado y las drogas. También hay que hablar de préstamos a largo plazo y bajo interés, indispensables en la actual coyuntura. Washington puede estimular a sus grandes empresas para que inviertan en el Ecuador.
El Canciller Valencia tiene todas las aptitudes para coordinar y ejecutar la nueva política exterior que está naciendo.