Hay máximas que aplican a distintos ámbitos de la vida. Como esta que sale de la mente lúcida del periodista polaco Ryszard Kapuscinski que refiriéndose a la literatura dice: “A veces se habla de la crisis de la literatura, y ésta está determinada no por la crisis de los escritores, sino por la crisis de los lectores. Si el lector no se pone al nivel de la gran literatura, la gran literatura no puede existir”. Cambiemos crisis de la literatura por crisis de la política; escritores, por políticos; y lectores, por sociedad/votantes, y aceptemos de una vez que el problema no son ellos, los políticos, sino nosotros, que somos incapaces de salir de esta política de a perro, del fango en el que chapoteamos ya por demasiados años.
Si aceptamos esta verdad dolorosa, por ejemplo, entraremos en amor propio y esta misma semana empezaremos a resarcirnos de tanta vergüenza (propia y ajena). Y tiene que ser esta semana, porque ya están corriendo los plazos para que aquello que decidimos las dos terceras partes de los ecuatorianos el 4 de febrero pasado empiece a ponerse en práctica.
Tiene que ser esta semana también porque necesitamos tiempo para analizar lo que nos están proponiendo (cambiando) ahora y actuar lo más inteligentemente posible para sortear todas las trampas. Es decir, necesitamos invertir tiempo y esfuerzo (materias primas de cualquier trabajo) para no dejarles salirse con la suya. Exacto, me están leyendo la mente: necesitamos hacer política. Nadie la va a hacer –al menos, no bien– por nosotros.
¿O ustedes están resignados a dejar en manos de los incapaces, o de los malvados, la legislación de las áreas importantes de nuestra vida? Hacerlo sería declarar nuestra muerte en vida como individuos políticos. Quitémosles la teta y hagamos política –de la de verdad, no de la que es sinónimo de rapiña–. Si abandonamos la gestión, permitimos que sean los indolentes, los arribistas y los ignorantes los que hagan y deshagan.
Desde esta semana tenemos la oportunidad de dejar nuestra vagancia cívica. No es tan difícil: están las redes sociales, están los mecanismos formales de solicitud de revocatorias (qué tal colapsar el sistema con miles de solicitudes) y están las calles.
Hay varias formas de presionar para establecer qué criterios y códigos van a regir para el Yasuní, por abordar un solo punto de los 7. No es responsable dejar que tres ministros (de Ambiente, Justicia e Hidrocarburos), respondiendo quien sabe a qué intereses, decidan por nosotros.
Esta semana empieza a decidirse todo. ¿Vamos a seguir acomodados en nuestra desidia esquizofrénica, que luego aúlla de furia, viendo cómo una manga de ineptos y/o de corruptos, nos arruina la vida? ¿Les da curiosidad aunque sea intentar ser parte de la “gran política”? ¿O les sigue importando un pepino?