La tragedia humanitaria que vive Venezuela mantiene a miles de personas en un constante éxodo.
Esta vez no buscan la Tierra Prometida – o acaso, sí –, como en la Biblia, ni van detrás de un líder, como fue Moisés para el pueblo judío.
La historia de la humanidad registra gigantes éxodos y otros menores, desde aquel bíblico hasta la fuga masiva de judíos en la II Guerra Mundial. Desde los españoles republicanos en la Guerra Civil hasta los recientes de sirios, que atravesando Turquía, buscan un refugio en Europa para vivir sin la tragedia de la guerra permanente, la destrucción y la muerte.
Los venezolanos huyen del hambre, de la escasez, de la falta de trabajo, de la represión y ausencia de libertades, que el Régimen perverso de Hugo Chávez y su heredero, Nicolás
En Cúcuta se mastica la tensión en el paso fronterizo. Un puente que une, o separa, a dos países hermanos, Colombia y Venezuela. Luego, el cierre que dejó a muchos en la desolación y la incertidumbre.
Hoy por allí y una decena de pasos más – hay también circuitos clandestinos- , miles y miles de venezolanos huyen. ¿Cuán dura debe ser la vida para que obligue alguien a dejar su pueblo atrás, su familia, su gente, sus costumbres y sus pertenencias?
Estiman que cada día pasan unas 30 mil personas. Los datos no oficiales hablan de unas 600 mil sin documentos en Colombia.
Ecuador sabe del tema. En calles y en los buses, vendiendo caramelos y fruta, en las oficinas, pidiendo trabajo, o en los transportes que van hacia Perú, el acento venezolano es más marcado.
Es triste que hayan surgido brotes de xenofobia. Se dice que ellos quitan plazas de trabajo a los compatriotas, en una época de apreturas por la falta de empleo y una economía que no despega.
La xenofobia existe en el Ecuador, ya lo vivimos cuando las personas que llegaban en cantidad numerosa eran cubanas, entonces no existía la solidaridad humana para quien buscaba libertad, una mejor oportunidad de vida o, simplemente usar a nuestro país de trampolín con más prósperos destinos hacia otra ‘tierra prometida’.
En la patria de Bolívar, Sucre y Flores – los libertadores y el primer presidente del Ecuador-, el Régimen impone fechas y condiciones para las elecciones, que quiere reafirmarse en el poder sin que la oposición tenga tiempo y recursos para organizarse.
Y se acerca la Cumbre de las Américas a mediados de abril. Maduro dice que irá, Perú no lo invita.
Aquí el Presidente se mostró preocupado, pero las señales son de complacencia y solidaridad con Maduro. Es inaudito que la Cancillería no siga a pie juntillas la línea del Presidente y que la Vicepresidenta se pronuncie, a sabiendas de que quien lleva la línea de política exterior es, exclusivamente, el Presidente. No caben trasnochadas pasiones. La condena a la tiranía venezolana debiera ser política de Estado.