Si preguntamos a los ministros de economía qué debe hacer la región para ser más competitiva a nivel global es muy probable que obtengamos la misma respuesta: invertir más y mejor en infraestructura, corredores logísticos e integración regional. Esto, explicarían, se debe a que la infraestructura reduce los costos logísticos y dinamiza la productividad. El detalle está en qué proyectos priorizar, especialmente porque cada país tiene intereses particulares, y porque en la última década la inversión en infraestructura no superó el 3% del PIB anual, cuando debería estar cerca del 5% para cerrar las brechas con economías más avanzadas.
No se trata únicamente de crear infraestructuras para tener conexiones físicas, sino de que estas sean funcionales e integren diversos ámbitos de desarrollo, como clústeres productivos, ejes de interconexión, áreas metropolitanas o puertos. Deberemos dar un salto evolutivo en nuestro entendimiento de la agenda de infraestructura de integración regional, para incidir directamente en productividad y competitividad. Canadá, Asia Central y Europa han logrado avances en digitalización de los corredores a través de tecnologías disruptivas. En Latinoamérica, por el contrario, esta es limitada, y los ejemplos en logística de carga se reducen a accesos a puertos como Santos, Panamá y Cartagena.
La región deberá abordar las necesidades de inversión desde esta nueva perspectiva. En los sectores de transporte y telecomunicaciones, por ejemplo, en los próximos 10 años se requerirán inversiones de USD 117.850 millones. Por otro lado, en América del Sur se deben ejecutar 453 proyectos de integración de transporte, telecomunicaciones y energía por un total de USD 163.291 millones. Además, hacia 2040 se estima que el sector portuario y el aeroportuario requerirán una financiación combinada de unos USD 100.000 millones. A nivel de países, según Infralatam, en 2015 Bolivia fue el país latinoamericano con la tasa de inversión en infraestructura más alta, con el 8,4% del PIB, mientras que Perú invirtió el 6,9%, Colombia el 6,4%, Panamá el 4,5%, Chile 3,1% (en 2014), y Argentina, Uruguay y Brasil alrededor del 1,6%.
Históricamente ha sido difícil construir los consensos para desarrollar grandes proyectos de infraestructura de integración. Pero lo que hoy todos los actores tienen claro es que sin un stock de infraestructura apropiado, difícilmente se pueden implementar políticas de desarrollo social eficaces, ni alcanzar un crecimiento sostenido. Por eso, la solución pasa por replantear la función de la infraestructura, para ello la Conferencia CAF sobre infraestructuras reunirá en Madrid, el 16 de julio, a gobiernos, empresarios y sociedad civil para generar consensos y armonizar políticas sectoriales para el desarrollo regional.