Se paraliza el mundo. Los trámites de cualquier tipo pasan a segundo orden, así como enfermos, estudiantes o viajeros. El Mundial -solo puede ser del futbol entre hombres- capta la atención de todos. Y me lleva a pensar en la misma pelota, “el esférico” como la llaman los comentaristas deportivos. Y por mi propia deformación como historiadora de la cultura material pienso desde cuando, desde donde, este sencillo objeto es tan disputado.
Y viene a mente la pelota de hule usada desde hace unos 3 500 años en el juego de la pelota maya en México, una especie de raquetbol moderno. Este objeto de caucho llegaba a pesar hasta cuatro kilos y hacía alusión, según algunos investigadores, al sol. Su trayectoria, una vez golpeada con las caderas, los codos o las rodillas, hacia un giro tal que se creía pasaba por los astros -sol, luna y Venus- y su ganador era bendecido por los dioses. Un juego cotidiano pero también practicado en celebraciones religiosas. Un juego de hombres.
También en Europa se jugaba con pelota desde el S.III ac. No solo por los aires sino por tierra; al parecer esta era disputada por varios integrantes. Parece que éste se siguió practicando en las Islas británicas durante la Edad Media. Resulta uno de los antecedentes del moderno futbol oficializado en Inglaterra en 1863 y cuyo primer mundial se da en América, en el Uruguay en 1930. Uno de los tres estadios dispuestos en este Mundial -el Centenario- tenía capacidad para 90 000 espectadores. La pelota vuelve a hacer historia en América Latina, una región naturalmente futbolera. Un juego, en términos modernos, propio del auge de masas, de la victoria de un capitalismo rampante, de unas sociedades que acogían el ocio como parte fundamental de la vida, que representaban la victoria de las clases medias. El futbol no está divorciado de la propia historia de Occidente, es parte de ella.
Varias cosas me dan vueltas en la cabeza. El Mundial sigue siendo “cosa de hombres”, las mujeres aún espectadoras. De valor espiritual nulo, las fichas del cuadro futbolístico son vendidas por altas sumas de dinero; si tienes y pagas puedes constituir un buen equipo; su transmisión también tiene un valor altísimo, así como las entradas. Es parte del libre mercado, las estrellas también, son símbolos del éxito contemporáneo. Muchachos que suelen salir de entornos pobres y que son “descubiertos”.
A contrapelo de los orígenes de sus jugadores, los mundiales se celebran únicamente en lugares de gran capacidad logística y una inversión millonaria en estadios y demás lugares de apoyo. La FIFA, creada en 1904, se convirtió en los últimos años en botín de dirigentes; la brutal competitividad entre los deportistas ha generado un espacio para el consumo de drogas… Esta, la cara oscura de la pelota.