Señor Presidente electo:
Los resultados de las elecciones le han sido favorables y en poco más de un mes usted asumirá la Primera Magistratura del país. Con ello, para quienes apostaron a sus propuestas, renace para unos la esperanza de conseguir mejores condiciones de vida, y, para otros, es la hora de poner en vigencia –o de consolidar- un modelo político que esgrimió durante la campaña la bandera de la libertad, la democracia, la apertura al mundo y la economía de mercado como su principal bastión.
Las condiciones en las que usted encuentra hoy al país no son favorables en el plano económico, ni en el político ni en el institucional como para esperar el inmediato cumplimiento de sus ofertas de campaña. A ello se suman los resultados de la gestión del Gobierno que fenece, carente de una dirección clara hacia objetivos de beneficio para el país, que puedan establecer una senda de continuidad hacia nuevos logros en el largo plazo.
La complejidad de los problemas nacionales es tal que hemos desembocado en una especie de desconcierto colectivo frente a las decisiones y acciones que se deben tomar. La pandemia ha puesto en evidencia las falencias del sistema económico y las desigualdades y, paradójicamente, ha sido el caldo de cultivo de nuevas formas de corrupción. En fin, el proceso electoral ha puesto en evidencia que es necesario elevar la calidad de la participación ciudadana con discernimiento, en la búsqueda de un futuro mejor.
La expectativa nacional gira en torno a su voluntad política para cumplir con sus ofertas de campaña en favor de la población más necesitada –creación de un millón de puestos de trabajo e incrementar el salario mínimo, entre las más esperadas- , pero, por sobre todo, la puesta en práctica de una estrategia global para enfrentar los efectos de la pandemia, sin cuya solución los objetivos por reactivar la economía y, por tanto, la disminución de las brechas en la distribución de sus beneficios, no tienen viabilidad.
Señor Presidente Electo: es la hora de proponer un acuerdo nacional para iniciar una cruzada colectiva que redima a la población más necesitada mediante una convergencia de acciones y recursos. Es la hora de convocar a la sociedad ecuatoriana a deponer los fundamentalismos ideológicos y los intereses de grupos, creando una gran fuerza social con la participación de todos, en la búsqueda de soluciones justas para los grandes problemas. Y para ello necesitamos un gran objetivo nacional que una al país, que signifique el interés de todos, que sea la expresión del verdadero patriotismo. Si ese gran objetivo requiere de sacrificios, no deberán ser los sectores pobres quienes tengan que soportar ese peso sobre sus hombros, como ha sucedido con frecuencia. La construcción de ese gran objetivo nacional que una al país en esta hora difícil será la obra que puede otorgarle el apoyo y compromiso de todos los sectores, y una página en la historia nacional. Buena suerte, Señor Presidente Electo.