El triunfo de Lasso

De acuerdo con los últimos resultados publicados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), Guillermo Lasso, de la alianza Creo-PSC, triunfó en las elecciones del pasado domingo con el 52,36%. Andrés Arauz, de la alianza Unes, obtuvo el 47,64%.

Pese a que no tuve duda de que la candidatura de Lasso representaba la mejor opción, no tenía la plena certeza de que podría ganar. Sigo pensando que la selección del binomio a la Vicepresidencia no fue la mejor opción. Nunca vimos cuál iba a ser equipo de trabajo. El fallido acuerdo de conteo de votos con Yaku Pérez le dejó descolocado. La campaña en primera vuelta no funcionó. Y, en realidad, se cometieron muchos errores. Surge entonces la pregunta: ¿cómo ganó?

El flamante Presidente electo de la República tiene que ser consciente que estas elecciones han sido muy singulares y atípicas. Su triunfo se debe, en gran medida, a que buena parte de los ecuatorianos no votaron por su propuesta sino para evitar que el correísmo siga en el poder. Votaron por el temor que podría representar un gobierno controlado por Correa y lo que ello podría implicar: desdolarización de la economía, colapso del sistema financiero por la confiscación de parte del gobierno de las reservas de los ahorristas, que Ecuador siga el ejemplo de Venezuela o Argentina, que se profundice la corrupción y la impunidad, que metan de nuevo la mano en la justicia, que se inicie la ‘vendetta’ contra periodistas, medios de
comunicación, líderes sociales y de la oposición, que se atice aún más división del país…

Más allá de esto, la mayoría de los ecuatorianos, sin que termine de convencerle completamente la candidatura de Lasso, optaron razonadamente y con madurez por una opción que permita fortalecer la democracia, garantizar los derechos y las libertades, reactivar la economía y la generación de empleo, avanzar en el proceso de vacunación contra el covid-19, erradicar la corrupción y mejorar los niveles de transparencia, entre varios aspectos.

Sin embargo, la pandemia del covid ha agudizado los problemas que tiene el país. Por ello, el margen de maniobra es reducido y no puede darse el lujo de cometer errores. Aplicar “recetas neoliberales” que en el pasado no han funcionado o hacer un gobierno muy parecido al del expresidente argentino, Guillermo Macri, sería un traspié.

Lasso debería atender los problemas y necesidades más urgentes sin perder la perspectiva en el mediano y largo plazo. Esta perspectiva de mediano y largo plazo podría servir para construir no tanto una agenda de gobernabilidad sino de desarrollo. Un instrumento que permita establecer puentes y acuerdos con otros sectores políticos dentro y fuera del parlamento.

Los ecuatorianos se han pronunciado en las urnas. Ahora le corresponde a Lasso interpretar ese mandato y asumirlo con seriedad y de manera responsable. En sus manos está sacar adelante al Ecuador o dar motivos para que posturas antidemocráticas sigan siendo una opción.

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