El plan personal, familiar o empresarial para el resto del año habrá que volverlo a diseñar en función del nuevo escenario económico que plantea la pandemia del covid-19.
La recesión que se prevé para el presente año puede significar una caída del PIB entre el 4 y 6% para Ecuador, según proyecciones de Moody’s y de economistas particulares. Y bajo ese escenario habrá que delinear una estrategia de subsistencia y de reactivación económica a mediano plazo, que incluya a la solidaridad como una variable fundamental, ya que históricamente las crisis golpean a los más pobres.
Aunque la realidad es la misma para todos los países, la diferencia está en la respuesta que están diseñando los gobiernos y las propias compañías ante la pandemia, lo cual definirá la profundidad de la crisis.
En el caso ecuatoriano, las empresas están aplazando el pago de obligaciones, usan créditos para capital de trabajo, reducen costos y ajustan horarios de trabajo. Muchas priorizan los puestos de trabajo, pero eso lo podrán mantener si cuentan con reservas, disponen de liquidez y acceden a créditos flexibles. Como el tamaño de la crisis es enorme y afecta a toda la economía, no bastarán medidas individuales; se necesitará de ayuda estatal y a gran escala.
A nivel personal o familiar ocurre algo similar. Quienes trabajan en relación de dependencia han visto -o verán- reducir sus ingresos porque se modificaron las jornadas laborales o porque las empresas se quedaron sin liquidez para afrontar los pagos de nómina, debido a que las ventas están paradas. Los profesionales por cuenta propia también son afectados por la caída general de la demanda. Otros perderán sus empleos formales y engrosarán el amplio sector de subempleados en el país.
La realidad es que la amenaza del covid-19 seguirá vigente hasta que se encuentre una vacuna (12 o 18 meses), y eso obligará a aplicar períodos de cuarentena, cuyos efectos económicos ya son conocidos.
En este sentido, muchos países están aplicando medidas contracíclicas, que, si bien no serán suficientes para resolver el problema, al menos amortiguarán la recesión. Gastar más en salud, inyectar más liquidez a la economía, usar los fondos de ahorro, subsidiar a las personas de menores ingresos, entregar recursos a las empresas para que mantengan el empleo, adelantar la entrega de fondos de pensiones, reducir las tasas de interés, etc., son medidas que ya se aplican a escala mundial.
Los planes de ayuda están en función de la capacidad económica de cada país. En la región, Perú aparece como un ejemplo a seguir. Su plan económico contra el covid-19 suma USD 26 000 millones, equivalente al 12% de su PIB, gracias a que acumuló reservas durante décadas.
Ecuador no ahorró y la ayuda que brindará el Estado dependerá del financiamiento externo, la emisión de deuda interna y la renegociación de la deuda pública. Eso obliga a ajustar el plan empresarial o personal a un escenario de fuerte contracción.