El 14 de diciembre, los países de la ALBA, aprobaron en la Habana una Declaración con la que pretendieron insuflar algo de vida en la agonizante o ya difunta organización socialista.
Comenzaron autocalificándola como una ”Creación histórica inspirada en el legado de los líderes de la revolución cubana Fidel Castro Ruz y de la revolución bolivariana en Venezuela, Hugo Chávez Frías, cuyo pensamiento y obra confirman la plena vigencia de la lucha por la emancipación de los pueblos”.
El principal punto de la agenda fue expresar apoyo incondicional al “gobierno democrático” de Maduro, renovar su “firme respaldo a la revolución bolivariana”, celebrar “con regocijo las victorias de la democracia en Venezuela” y la creación de la “Asamblea Nacional Constituyente”, derrotando así “la estrategia imperial de violencia golpista dirigida a sumir a Venezuela en el caos y derrocar la Revolución Bolivariana”.
La Declaración rechaza las sanciones impuestas contra Maduro por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, descritas como un intento imperialista de desestabilización, y condena las “acciones injerencistas de la OEA…por sus agresiones contra la soberanía, autodeterminación y el orden constitucional” de Venezuela. Casi al final, dice: “Felicitamos los resultados de los diferentes procesos electorales realizados en Nicaragua, Cuba, Venezuela y Bolivia durante el 2017…”, omitiendo referirse a las elecciones en el Ecuador. El Ministro de Defensa Patricio Zambrano representó al gobierno de Moreno en la reunión.
La señora Espinosa anunció que la política externa del actual gobierno seguirá las líneas trazadas por Correa, de quien fue la primera Canciller. Mangas dijo lo mismo, pero más enfáticamente. Ante la denuncia de Correa y Patiño pidiendo a la OEA intervenir para evitar lo que califican como intento de Moreno de subvertir el orden democrático, Espinosa nada dijo sobre la falta de sustento jurídico, político y ético de tan cínica gestión y se limitó a atacar al Secretario General de la OEA y a citar el principio de no intervención. ¿Es eso coherente con la declaración de Moreno quien invitó a la OEA a visitar el Ecuador y observar directamente la realidad ecuatoriana? ¿Hay alguna explicación para que el delegado del Ecuador en la reunión de la ALBA haya aceptado, en silencio, que no se mencione, ni “felicite” al proceso electoral en el Ecuador, lo que, además de herir a Moreno, habrá satisfecho a Correa, y que haya ensalzado hiperbólicamente la “democracia” venezolana, mientras Moreno lamenta que en ese atormentado país “hayan demasiados presos políticos y muertos”? ¿Podrá alguien explicar si estas incoherencias pueden llamarse política internacional? ¿Sabrá alguien quien la dirige: Moreno o Correa, y quien la ejecuta, Espinosa o Zambrano?
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