Siento decepcionar a muchos de los que ayer (8 de abril de 2015) estaban indignados con Betty Carrillo por haber dicho en Ecuavisa que el IESS no le pertenece a los afiliados, porque me temo que la diputada dijo la verdad.
No solo que pienso que Carrillo estaba diciendo la verdad, sino que también se encargó, no sabemos si con conciencia, de abrir los ojos a cientos de miles de afiliados al IESS que han creído inocentemente que aquello que aportan es suyo y que nadie va a quitárselos.
Quizá la única falla de Carrillo fue haber dicho que el IESS es de “todos los ecuatorianos”, porque la verdad es que el Instituto tampoco es de todos los ecuatorianos, sino de unos poquitos que no son otros que los políticos que deciden qué hacer con él y sus fondos.
En efecto, cuando Carrillo afirmó, muy a tono con el presidente Rafael Correa, de que el Estado no le debe al IESS nada, estaba revelando que la seguridad social no le pertenece ni a los afiliados ni a los ecuatorianos, sino exclusivamente a los políticos que están encargados de su manejo. Cada vez que Carrillo y Correa dicen que el Estado no tiene deuda con el IESS, lo único que hacen es confirmar lo que algunas personas venían advirtiendo desde hace algunos años: la seguridad social no es de quienes aportan sino de quienes deciden qué hacer con esos aportes.
En otras palabras, al anunciarse que el Gobierno no le va a pagar deuda alguna al IESS se confirma que los aportantes hemos estado entregando nuestro dinero, no por nuestra voluntad sino por obligación, a unas personas que finalmente hacen lo que les da la santa y regalada gana con él.
En el 2010, Gabriela Calderón, en una de sus columnas, no pudo haberlo dicho más claro: “Estimado afiliado, lo que le quitan mensualmente de su salario no es suyo. Usted no decide en qué se invierte, cuánto invertir ni cuándo empezar a cobrar sus pensiones. Tampoco recibe un estado de cuenta mensual o libretita indicándole el valor actual de sus ahorros, porque como le dije anteriormente, usted, en realidad no es dueño de sus ahorros. Lo que es peor, no tiene la libertad de determinar la calidad de vida en su jubilación”.
Carrillo no hizo otra cosa que comprobar esto. En otras palabras, lo que la diputada dijo anteayer es algo así como: estimado señor afiliado, Ud. debe saber que los únicos que tienen libertad de decidir qué hacer con su dinero son los políticos que lo han usado como caja chica desde hace muchos años. Si tiene alguna duda sobre esto, piense que aproximadamente un 48% de sus ahorros han sido colocados en bonos del Estado ecuatoriano, es decir prestados al Gobierno sin que nadie le haya consultado sobre las condiciones ni advertido que lo más probable es que no se lo van a pagar.
La ley puede decir lo contrario, pero en la práctica más control sobre los aportes para las pensiones jubilares tienen Carrillo y Correa. Ellos son los verdaderos dueños. Lo siento.
Martín Pallares / mpallares@elcomercio.com