Los jefes de Estado están para tomar las grandes decisiones, para fijar los grandes ejes de las políticas en beneficio del pueblo que democráticamente los eligió. No deben alejarse de ese mandato que es sagrado. El presidente Correa, en el Ecuador, no es una excepción.
Para implementar esas decisiones, el Presidente dispone de ministros, secretarios de Estado y altos funcionarios en cada ámbito que cubre el abanico de cuestiones que se ocupa el Estado. No está, obviamente, para los detalles de su ejecución pues se supone confía en los subalternos que él escogió.
En la grave crisis económica, de conflictividad política y social, que el mismo presidente Correa ha reconocido que el país atraviesa por diversos factores, unos que el Gobierno no controla, como catástrofes naturales, depreciación del dólar, caída de los precios del petróleo; y, otros que sí puede hacerlo, como la tolerancia y la búsqueda de unidad, el Gobierno ha emprendido, al menos así lo ha dicho, en un diálogo social “por el país que queremos”, junto con una necesaria campaña de austeridad en el gasto público.
A pesar de decirse que el Presidente está en todo y controla todo, pienso que hay algunos gastos inopinados que desconoce y que sumarían millones. Dentro de ese diálogo al que ha llamado, planteo algunas inquietudes. ¿Sabe del incremento del número de empleados públicos, y no me refiero al loable aumento de profesores, policías, personal de salud, sino a esa pléyade de asesores, consultores, la mayoría por contrato, innecesarios? ¿El Presidente conoce cómo están integradas las embajadas en algunos países donde hay, en ciertos casos, tres veces más de personal del que había hasta hace solo cinco años con la misma carga de trabajo? ¿Sabe que hay países con embajadas que cuentan con tres o cuatro funcionarios con rango de Embajador, amén del ya citado creciente número de funcionarios con poco que hacer? Se responderá que ha habido rebajas en las remuneraciones, pero eso es poco frente al número de diplomáticos designados que es donde está el verdadero aumento del gasto. ¿Está al corriente del sorprendente incremento del parque automotor, que incluye automóviles para las embajadas en el exterior cuando antes de su gobierno eso era impensable por el costo que tenía? ¿Conoce el número de personas que le acompañan en sus viajes al exterior, y no me refiero a la comitiva oficial que consta en el respectivo decreto, sino a personas que no fungen ninguna función y que viajan por separado?
No tengo la certeza de que sepa de estos gastos pues el Presidente se ocupa de los asuntos relevantes del país y no de cosas menores. Es obligación de los ciudadanos que queremos que este país salga adelante, como aporte al diálogo, que se lo hagamos saber para que tome los rectificativos del caso. Ser de izquierda es ser austero.
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