Ya he analizado previamente como la necesidad de mantenernos confinados para intentar preservar nuestra salud choca con la cruda realidad de aquella gente que no puede hacerlo porque sus necesidades económicas no se lo permiten. Sin embargo, se debe reconocer también que existen personas que no cumplen las medidas de aislamiento simplemente porque no les importan los demás, lo que tiene mucho que ver con la confianza interpersonal.
La confianza interpersonal es el grado de confianza que tenemos en los demás, el creer que en el peor de los casos otra persona no le dañará consciente o intencionadamente y que, en el mejor de los casos, tratará de actuar en su interés y protegerlo, estando la preocupación por el otro y la empatía entre sus características fundamentales.
Cuando existe un alto grado de confianza interpersonal en un país, hay mayor confianza en las instituciones democráticas, las personas participan más en la política y poseen mayor tolerancia hacía quienes piensan y/o son diferentes. Los países con mejores estándares de vida y calidad democrática son los que tienen altos niveles de esa confianza.
La confianza interpersonal se mide a través de encuestas, preguntando a los entrevistados que tan confiable considera a la gente de su comunidad. De acuerdo al Barómetro de las Américas de 2019, apenas un 11,46% de los ecuatorianos la encuentra muy confiable y el 32,54% algo confiable. El resto la encuentra poco o nada confiable. Es decir, los niveles de confianza interpersonal en Ecuador son bajos y, por ende, también lo son el apoyo a la democracia, la satisfacción con su funcionamiento, el apoyo al sistema político y la tolerancia.
Ahora bien, el último informe del Barómetro de las Américas indica que a medida que aumentan la eficacia externa – la medida en la que alguien cree que sus representantes se interesan por sus preocupaciones personales -, la tolerancia política, la confianza en el presidente, en el gobierno local y en la comunidad, también aumenta el nivel de apoyo al sistema.
El país se enfrentará en las próximas semanas a un proceso de “desconfinamiento” que, dados nuestros índices de confianza interpersonal, podrían ser complicados y peligrosos, pero el Gobierno nacional, en una medida acertada considerando sus niveles de aceptación, lo ha puesto en manos de los gobiernos locales, los que, si lo hacen con liderazgo, capacidad, honestidad -y algunos echando mano de su reciente popularidad-, ante la ausencia de confianza interpersonal, pueden influir positivamente en el compromiso de los ciudadanos con respetar las normas de convivencia en esta próxima y crítica etapa, para lograr “desconfinarnos” con confianza, aunque, como se ha visto, en esto también las suertes de Quito y Guayaquil podrían ser diferentes.