En ‘La sociedad abierta y sus enemigos’, uno de los libros medulares del pensamiento político del siglo pasado, Karl Popper hizo un análisis extenso y profundo del historicismo y sus corrientes modernas más conocidas: el fascismo y el comunismo. Fue escrito durante un período en que esas dos formas de totalitarismo se encontraban en plena vigencia.”Tomé la decisión final de escribirlo -nos informa- en marzo de 1938, el día en que me llegaron las noticias de la invasión de Austria. La tarea de redactarlo se extendió hasta 1943…” Como punto de partida, de manera sintética, cree que el historicismo “ve al individuo como un peón, como un instrumento casi insignificante dentro del tablero general del desarrollo humano”.
¿En qué consiste? El historicismo, que es de vieja data y que está integrado por un conjunto de ideas que por desgracia forman parte de “nuestra atmósfera espiritual”, considera que el desarrollo de la historia de la sociedad humana está sujeto a leyes necesarias e inevitables, y que, por tanto, es predecible. Karl Popper afirma que carece de bases científicas. Opina que el futuro depende de nosotros mismos. “¿Está dentro de las posibilidades de alguna ciencia social -se pregunta- la formulación de profecías históricas de tan vasto alcance? ¿Cabe esperar algo más que la irresponsable respuesta de un adivino cuando nos dirigimos a un hombre para interrogarlo acerca de lo que el futuro depara a la humanidad?
Una de las formas más simples y antiguas del historicismo es, según Popper, la doctrina del pueblo elegido. “Se intenta con ella tornar comprensible la historia mediante una interpretación teísta…” Esta teoría supone “que Dios ha escogido a un pueblo para que se desempeñe como instrumento directo de Su voluntad…” Comparte sus características esenciales con las versiones modernas más importantes del historicismo: el racismo o fascismo y el comunismo marxista. “En lugar del pueblo elegido, el racismo nos habla de raza elegida… La filosofía histórica de Marx, a su vez, no habla ya de pueblo elegido ni de raza elegida, sino de la clase elegida, el instrumento sobre el cual recae la tarea de crear la sociedad sin clases…”
En los dos casos, el desarrollo de la sociedad humana está determinado por la existencia de leyes ineluctables. En el primero, se rige por una ley natural; en el segundo, por una ley económica. En el caso del racismo o fascismo, “la superioridad biológica de la sangre de la raza elegida explica el curso de la historia, pretérito, presente y futuro…” En el caso de la filosofía marxista, “la ley es de carácter económico; toda la historia debe ser interpretada como una lucha de clases por la supremacía económica”. Es un error, replica Popper. “El marxismo sólo constituye un episodio, uno de los tantos errores cometidos por la humanidad en su permanente y peligrosa lucha por construir un mundo mejor y más libre”.