En los 2020, gobernantes y gobernados, debemos romper con la miopía, la inercia y el inmediatismo. Debemos hacer un esfuerzo por asumir una mirada dinámica, estructural y estratégica. Ver los árboles, pero también el bosque, las flores y las raíces, la tierra, el clima, todos los factores en su relación.
Un tema estructural y estratégico pendiente es la educación. Hay que dar seguimiento y continuidad a apuestas que el país asumió como compromisos y desafíos al inicio del 2019.
Hace un año, el gobierno del presidente Moreno y el Ministerio de Educación plantearon la alternativa de la Nueva Escuela, llamada a conectarse “con el entorno y la realidad, para transformarla, liberarla, en un acto de simultánea liberación de las personas que se construyen en una sociedad que aprende”. La decisión por “la educación liberadora de la Nueva Escuela” emergió de diversas fuentes: experiencia histórica, derechos humanos, cosmovisión andina, normalismo, educación popular, pedagogía crítica latinoamericana, interculturalidad, pensamiento complejo, valores, inteligencias múltiples, neurociencia, uso pedagógico de las TICS, evaluación integral y formativa y conexión de la educación con el desarrollo sostenible, la economía y las culturas.
Sobre estas ideas, se sentaron las bases para la construcción colectiva de un nuevo modelo educativo inclusivo y liberador, y de un modelo de gestión democrático, que ubica en el centro del proceso educativo a los estudiantes, niños, jóvenes y adultos; y a la participación de la comunidad educativa y de los actores sociales, bajo el principio de la corresponsabilidad Estado-sociedad. Eran modelos que debían interpelar a la poderosa maquinaria excluyente, controladora y autoritaria, que montó el correísmo con abundantes recursos, durante 10 años, bajo el paraguas de la homogeneización, evaluación estandarizada, cuya su máxima expresión fue las Escuelas del Milenio, y su consecuencia, el cierre de miles de escuelas.
Entonces, una línea estratégica central fue la reapertura, en las mejores condiciones, de miles de escuelas comunitarias rurales, demandada por los padres y madres de familia. A partir de allí se daba inicio a la aplicación del nuevo modelo educativo, expresado también en nuevos textos escolares, recuperación de la pedagogía y del prestigio social del docente, evaluación del sistema nacional de evaluación que debía entregar en los primeros meses del 2020 una nueva propuesta de evaluación educativa en base a los principios de la nueva escuela. También se apostó recuperar la educación técnica y la política de cero tolerancia a la violencia y acoso sexual en el sistema educativo. También el impulso la construcción de un modelo de gestión democrático y descentralizado, la autonomía pedagógica de las unidades educativas y la reanimación de la investigación y la innovación. ¿Qué pasó y cómo van estos compromisos?
mluna@elcomercio.org