En el balance de las 22 empresas públicas se constata una vez más que el Gobierno anterior demostró ser un pésimo administrador. El ‘manejo empresarial’ de entidades como Tame, Petroamazonas, Flopec, Astinave, Yachay, Ferrocarriles del Ecuador, entre otras, reveló la inexperiencia en la gestión corporativa y más bien se convirtieron en espacios para atender compromisos políticos, abrir rendijas para que ingrese la corrupción y ocasionar millonarias pérdidas al Estado. Por todo ello, el administrador actual calificó a esas empresas como ‘llenas de lodo’.
Para tratar de retirar el fango ahora se busca avanzar hacia un plan de perfeccionamiento (aunque el año pasado se dijo que se venderían empresas), que incorpore asuntos como una buena gestión de gobierno corporativo; es decir, se trata de un conjunto de normas, principios y procedimientos que regulan la estructura y el funcionamiento de la gestión de una empresa.
Uno de los valores que más se promueve dentro de las prácticas del gobierno corporativo es el relacionado con la transparencia, algo que desapareció en la gestión de las empresas públicas en la década anterior.
Para ‘limpiar el lodo’ también se anuncian posibles fusiones, reestructuraciones y hasta cierres, pero eso solo daría de baja a las personas jurídicas. ¿Y las ‘personas naturales’ que ocasionaron millonarias pérdidas al país? Por ahora la Contraloría desarrolla exámenes especiales para determinar a los responsables de estos perjuicios.
Mientras el Ejecutivo se quiere ‘limpiar la cara’ del lodo salpicado, en la Asamblea aún duerme, desde el año pasado, un proyecto para reformar la Ley de Empresas Públicas. Iniciativas como la contratación de auditorías externas para revisar los estados financieros, la designación y calificación técnica de los miembros de los directorios o de sus principales ejecutivos, son aspectos clave que se pueden aprobar en la Función Legislativa.
Las empresas públicas, un capítulo más que demuestra cómo se botó la plata en el país.