Nos ha pasado a todos y lo preocupante es que al parecer todavía no existe una solución a la vista. Hacer un trámite en una entidad pública o en una empresa privada, de cualquier segmento, aún es una pérdida de tiempo y, en ocasiones, una molestia que termina en reclamos y reproches.
Hagamos memoria. Llenar un formulario para solicitar un servicio de televisión pagada; elaborar un contrato de arriendo de un departamento; matricular el vehículo o renovar la licencia de conducir; y una larga lista de trámites se cumplen de una manera poco práctica, casi artesanal.
Como muestra está el hecho de que para casi toda gestión siempre terminaremos en la mano con una copia de la cédula y de la papeleta de votación. ¿O no?
Es lo que se llama comúnmente la tramitología, y a la que los ciudadanos calificamos como excesiva e innecesaria. Los trámites se mantienen y preocupan sobre todo porque hoy en día el mundo y sus habitantes contamos con una serie de tecnologías, creadas precisamente para ahorrar tiempo, evitar filas y, en resumen, facilitar la vida.
Este mal que tenemos en frente se mantiene además en un momento en el que cada vez se habla más de la transformación digital, que no significa sino potenciar un negocio o servicio usando las nuevas tecnologías. Allí están páginas web, aplicaciones móviles, el manejo de grandes bases de datos conocido como big data y más.
No por nada los servicios digitales son considerados hoy en día y a escala global un nuevo ‘commoditie’ o materia prima.
El tema de usar la transformación digital y beneficiar a los ciudadanos y a los consumidores en general es un reto tanto para el sector público, como para la empresa privada. Está en manos de quienes dirigen una entidad estatal o una compañía dar el salto para dejar atrás la cansona tramitología y moverse de manera ágil gracias a la tecnología. De lo contrario seguiremos en el pasado, perdiendo tiempo y pasando dolores de cabeza innecesarios.