SÃ. Siempre nos faltarán tres: Javier, Paúl y EfraÃn. Ese fatÃdico 26 de marzo, cuando criminales perpetraron el plagio, los periodistas de este Diario iban a levantar historias, para que el paÃs conociera lo que sucede en la frontera norte.
Era una cobertura más, como las realizadas en los últimos 20 años por periodistas, fotógrafos y conductores de este Diario.
Ese dÃa, a las 09:30, los comunicadores cruzaron un retén militar rumbo a Mataje, un poblado de Ecuador. ¿Por qué se permitió el paso si dÃas antes la prohibición de no hacerlo se cumplÃa a rajatabla? ¿Quién dio la orden para que cruzaran? ¿Los policÃas alertaron sobre lo que realmente ocurrÃa en ese pueblo fronterizo? Hay muchas dudas que todavÃa están por despejar.
Los expedientes judiciales muestran cómo antes del secuestro, un Mayor de la PolicÃa chateaba con el jefe de los disidentes y para entonces, este narcotraficante ya amenazaba con retener a civiles.
El Mayor ha dicho en la FiscalÃa que sus jefes policiales sabÃan todos estos detalles.
¿Qué hicieron con esa información? Los militares aseguran que no sabÃan estos datos. Los responsables deberán dar cuentas al paÃs y a las familias de Javier, Paúl y EfraÃn.
Solo ahora se sabe que en Mataje operaba la red criminal de alias ‘Guacho’. Allà habÃa sicarios, explosivistas, el brazo armado que cuidada la droga y hasta personal que seguÃa los pasos de policÃas y militares.
¿Inteligencia no detectó nada de este movimiento mafioso? La Constitución de la República (art. 158) establece claramente a quién compete proteger a los ecuatorianos, pero parecerÃa que no lo hicieron.
Entonces, la identificación de los cuerpos solo cierra una etapa. Es fundamental no caer en el olvido ni en la impunidad. La FiscalÃa de Colombia se ha comprometido en informar de primera mano las indagaciones. Que asà sea.
Por respeto a la memoria de los tres es indispensable que se aclare por completo este fatal momento. Mientras eso sucede solo queda por decir: ¡Hasta siempre Javier, Paúl y EfraÃn!