La farandulización de la política es sintomática. Durante sucesivas elecciones, los partidos y movimientos de diversas tendencias han recurrido a personajes del espectáculo y a deportistas para cautivar a más votantes.
En el actual proceso electoral el popular payaso infantil Tiko Tiko, apadrinado por el Socialismo, no es el único que quiere ser asambleísta. Entre los aspirantes también hay presentadores de noticias, comentaristas deportivos o integrantes de programas televisivos de concurso. Son 23 figuras que saltaron de la pantalla a la arena política.
Estos personajes fueron propuestos por organizaciones como Alianza País, Fuerza Ecuador, Avanza, Partido Socialcristiano, Partido Socialista y la alianza Centro Democrático-Izquierda Democrática. La mayoría de estas organizaciones es financiada por el Fondo Permanente Partidario.
Entre 2012 y el 2016, el Consejo Nacional Electoral (CNE) entregó a 12 partidos y movimientos 29,9 millones de dólares para ese Fondo. Son recursos públicos que, según el Código de la Democracia, deben ser utilizados exclusivamente para propiciar actividades de formación, publicaciones, capacitación e investigación, así como para el funcionamiento de los partidos.
Cabe preguntarse entonces cómo están utilizando el fondo permanente las organizaciones políticas. Todo parece indicar que la capacitación de nuevos cuadros no es una de sus prioridades. Eso se evidenció, por ejemplo, en una auditoría del CNE que en el 2013 detectó abusos en la utilización del Fondo, cuantificados en 687 718 dólares.
Sin embargo, no deja de ser anecdótico que las figuras de la farándula (aquí y en otros países) aspiren a cargos de elección popular. Lo de fondo es que la mayoría de los postulantes no tiene una carrera pública sostenida, credenciales que los muestren como gestores confiables y eficientes. Ese vacío es una corresponsabilidad que atañe no solo a los entes estatales y a los partidos sino a la sociedad, tan cautiva y subyugada. Esclava del espectáculo.