La fragmentación política, la falta de acuerdos tácticos y la división personalista, no ideológica ni política, son rasgos inconfundibles de la lucha por el poder en la región costeña del Ecuador.
La historia registra un caso paradigmático. Se dio en las elecciones de 1956 cuando los candidatos guayaquileños -Raúl Clemente Huerta y Carlos Guevara Moreno- superaron en votos sumados al candidato finamente triunfador Camilo Ponce.
Hoy la historia se repite cuando un gobierno desgastado y acorralado por todos los frentes tiene la ventaja de que en la costa ,en una suerte de elecciones primarias y suicidas, se enfrentan dos candidatos sin ninguna diferencia ideológica o estratégica que solo los contrapone sus egos o caprichos que lo pagará la república, cualquiera que fuere el resultado de Febrero 2017 pues el único objetivo es llegar a la segunda vuelta. Lo mas grave, es que está en juego la posibilidad de armar un poderoso bloque legislativo de oposición al actual régimen, desperdiciando las opciones que proporciona el método D’Hont a las mayorías electorales en los estratégicos distritos de Guayas, El Oro y Pichincha entre otras provincias.
En estas condiciones, cuando incluso lo políticos costeños podían acordar un frente unitario legislativo y para satisfacer los egos, personalizar cuatro o doce candidaturas presidenciales se desperdicia irresponsablemente triunfo corporativo; máxime, está a su favor la utilización por primera vez de una metodología que los favorece para la repartición de los escaños. Dicen los siquiatras que el sentir placer infringiéndose dolor lo es conocido como “masoquismo”.
Esta división da lugar a una especie de “verónica política” por parte del régimen. Esta consiste en que la Corte Constitucional tiene dos opciones para el mismo objetivo político. Puede en primer lugar dar lugar a propuesta juvenil revolucionaria y aprobar la consulta para que se limite la transitoria que se introdujo a última hora para limitar la reelección indefinida del Presidente de la República. Luego también es posible que en uso de sus facultades constitucionales desechar dicha transitoria por ser aprobada al margen del trámite correspondiente. La jurisprudencia constitucional en esta época recuerda aquella famosa telenovela brasileña “Vale Todo” protagonizada por Regina Duarte; en términos de la “real polititik”: primero el resultado, luego los principios.
A pesar de estas jugarretas de parte y parte, lo único fijo en el Ecuador es que habrá una segunda vuelta en Abril del 2017. Para ese entonces, se habrá superado la disputa costeña y el parlamento estará conformado. No se tratará, en ese momento de exclamar “la tienda Cartago“ es decir “La suerte estará echada”. Lo único probable es que el modelo de la revolución socialista del siglo XXI en el Ecuador sea sustituido por uno conocido en la Biblia como “La Torre de Babel”.