La sucesión presidencial debe ser considerada como una situación casi definida por las minas jurídicas sembradas en el camino y la ausencia de una oposición racional, valiente y concertada. Sin embargo, las miradas ciudadanas también deben observar las perspectivas que pueden darse en el próximo Parlamento. La primera conclusión que salta a la vista es que imposible que se repita la victoria legislativa del 2013, que produjo una mayoría capaz políticamente -no en derecho- de todo. A esta conclusión se puede llegar si se analizan las cifras obtenidas y los orígenes geográficos de los mismos, que fueron sustituidos en las últimas elecciones regionales en sentido contrario.
De producirse una repetición de esas regionales habría concluido la era de la aplanadora legislativa manejada por un solo tractorista. Además, será necesario considerar que las antiguas armas que ampararon el triunfo oficialista del 2013 hoy están gastadas o son conocidos sus mecanismos e interacciones. Fueron la exclusión de los votos válidos y nulos para los escrutinios; la división territorial por distritos y el famoso método d’Hondt.
Debe añadirse para el análisis del futuro electoral que en el escenario se han incorporado otros hechos o variables: las fuerzas no gobiernistas del Guayas ya no regalarán los espacios para que el oficialismo gane en un reducto que hasta el 2013 parecía inexpugnable; luego, es necesario considerar que los triunfos regionales de la última elección se reproduzcan en parte en los próximos comicios y, finalmente, que los desgastes, en parte gracias a la saturación mediática oficial, produzca una resaca.
Es verdad que en casos de angustia política causada por la pérdida del poder los recursos son utilizados hasta el extremo. Vale recordar las bombas V2 que lanzó Hitler sobre Londres y Amberes ante la evidencia de una derrota inevitable. En el caso nacional se advierten dos instrumentos que pueden ser usados por emergencia.
En primer lugar se conoce la capacidad para estos propósitos del órgano de control electoral; además, debe añadirse un segundo elemento muy hipotético y poco probable, pero hay que recordar el viejo adagio de que la política es el arte de lo posible. Se trata de que en virtud del poder que ha ejercido la actual mayoría parlamentaria ha contado con el privilegio político de las dos terceras partes. Será muy difícil que se pueda repetir tal resultado; pero con la Corte Constitucional, se podrán eliminar, en estos años que faltan, el requisito de las dos terceras partes para las votaciones extraordinarias y que los grandes temas se resuelvan por simple mayoría, incluso los vetos presidenciales y los proyectos de urgencia. Esto significa que con una victoria estrecha el poder seguiría incólume. Por eso, suponiendo que las fuerzas y líderes políticos de oposición saben leer la literatura clásica española deberán desentrañar el mensaje de G.A. Bécquer cuando expreso: “volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar…”.
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