Muchos artículos, revistas y libros se publicarán tratando de explicar las causas que permitieron al republicano Donald Trump ascender a la presidencia de los EE.UU. de América. Es muy pronto para que las miradas se dirijan hacia el futuro inmediato, porque faltan elementos de análisis más allá de la vocinglería de campaña .Las principales inquietudes giran sobre el equipo gobernante, la primeras decisiones que vislumbren el rumbo y si existe, como en la época de Nixon, un Henry Kissinger escondido para diagramar y aplicar una estrategia en una de las etapas más complejas del mapamundi: Rusia, China, Oriente Medio, Corea del Norte y el destino de la Unión Europea.
América Latina, salvo las urgencias migratorias, reposará a la expectativa, en el varias veces conocido como” patrio trasero”.
Mientras tanto es necesario elaborar hipótesis.
En este propósito, es indispensable señalar aspectos básicos de la realidad electoral estadounidense: 1.- Es un estado absolutamente federal, por tanto, las circunscripciones de tal naturaleza, tienen amplia autonomía legislativa, judicial y electoral. 2.- El mapa político se define por el bipartidismo demócrata y republicano. 3.- La votación es indirecta eligiéndose en los comicios ciudadanos a delegados que integraran el Colegio Electoral. 4.-El voto es optativo y sus inclinaciones por las candidaturas se definen en instancias primarias o partidistas.
La combinación de estos factores permite comprender la ausencia de un caudillismo como en América Latina: reelección limitada, dos cámaras legislativas, elecciones de medio tiempo y la ausencia de una fragmentación del mapa político. Mas bien la tendencia es a generar líderes, muchas veces mundiales, como Woodrow Wilson, Francis D. Roosevlet, J. F. Kenedy o Bill Clinton que solo podían aspirar a reelegirse hasta dos periodos seguidos (enmienda 22, expedida para evitar que F.D. Roosevelt aspire a una cuarta reelección). Estos antecedentes y otros permitieron que muchos ciudadanos de ese país y del mundo consideren inevitable el triunfo de Hilary Clinton. No sucedió así.
En estas condiciones por primera vez en la historia política de los EE.UU. fue determinante el voto oculto o vergonzante de los blancos que reaccionaron en las urnas contra el “stablishment” alternativo de republicano y demócratas. Además, no se detectó que los migrantes que, aunque no votaran, si habían desplazaron de sus puestos a trabajadores blancos por mínimos salarios y que la globalización se convirtió en la principal causa de la depresión industrial de EE.UU. Basta repasar el mapa de resultados y observar en el triunfo republicano en la gran mayoría de los estados del centro. Debe agregarse el factor nacionalista de orgullo. La potencia fue vencedora en la primera, y segunda guerra mundial como en el Guerra Fría y luego decayó. Esa percepción resultó insoportable para nacionalistas, racistas y proteccionistas.