Por la vía de la enmienda

Hasta ahora el mortífero virus ha producido una reacción política que de realizarse llegaría a ser histórica como se dio en 1944 y en 1978. En ciencia política es un proceso de concertación, pero el adjetivo no es aceptado por pudor por algunos políticos; considerando que el objetivo es el proceso, y no la denominación, hay que aceptar los remilgos y seguir adelante.

En este escenario es importante destacar la intención de algunos frentes políticos para llegar a un acuerdo nacional para la etapa siguiente a la pandemia. Para tal propósito, y por ende evitar confrontaciones que pueden llevarnos a una debacle institucional, es saludable reflexionar sobre algunos requisitos previos. Ni en la convocatoria ni en su realización debe participar ningún candidato o precandidato partidario, de un movimiento o su representante. Sería como organizar una marcha con elefantes y gatos sueltos.

Una buena salida para el inicio de la mesa de diálogo puede ser estudiar el Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución de Chile para superar la insurgencia que pretendía una revolución sin objetivos en marzo pasado. Para el efecto, la mayoría de las fuerzas políticas coincidieron en elegir constituyentes para redactar un proyecto de reformas constitucionales el que deberá ser aprobado o rechazado por el pueblo en referéndum.

Una vía similar existe en el Ecuador en el capítulo de las Enmiendas constitucionales, pero más empedrada, pues el efecto debe seguir del orden jurídico y obtener el visto bueno del Corte Constitucional.

De no lograrse un acuerdo de esa naturaleza y procedimiento equivaldría en los ámbitos político, económico y social a no usar mascarillas, guantes ni respetar el toque de queda después de una peste institucional.

Los tres pre candidatos que se vislumbran en el horizonte electoral, no hay que engañarse son tres y no 14, deben dar el primer paso aceptando y comprometerse a no participar directamente. Ellos pueden influir, pero nunca firmar el texto final ni participar, incluida la foto posada del final de la cita.

Tres puntos de ese supuesto acuerdo debieran estar incluidos. El primero es referente a que las listas parlamentarías sean elegidas por el pueblo, en votaciones cerradas y no por la cúpulas o los líderes; luego, un compromiso para que se suspenda la actual estructura del Consejo Directivo del IESS, pues no es posible que el Presidente siga haciéndose el distraído y gobernar con un monstruo succionador de recursos del pueblo y, finalmente, asignar al vicepresidente de la República una función administrativa específica, a fin que de que deje de ser un trashumante durante su mandato.

En conclusión, antes de enfrentar el triste dilema de huir o ser destituido, el primer mandatario debe promover un acuerdo, convocar a los constituyentes, recibir el texto aprobado en un plazo que no puede superar los tres meses y someterlo a un referéndum.

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