No está mal levantar la vista, ver lo que ocurre en el extranjero, y recordar viejos errores nuestros. Esta vez la lección viene desde África, donde el pasado mes ocurrió un hecho inédito.
En 1994, luego de un golpe de Estado, llegó al poder de Gambia una de esas siniestras figuras que atormentan con cierta frecuencia el desarrollo de ese continente. Yahya Jammeh se mantuvo durante 22 años en el poder gracias a manipulaciones legales, represión durante las campañas, chanchullos electorales, en fin, el menú completo. Estaba enfermo de poder, y llegó a decir que gobernaría Gambia durante mil millones de años con el apoyo de Alá.
Pero parece que la divinidad hizo más caso al refrán, “no hay mal que dure cien años”, que a los egocéntricos deseos del tirano. En las elecciones del 2016 Jammeh se descuidó, aflojó las riendas. El pueblo cansado de los abusos sobrepasó las trampas del tirano y eligió a su contrincante.
La noche de las elecciones, el 2 de Diciembre del 2016, en un momento de lucidez excepcional el autócrata actuó responsablemente. Felicitó a su contrincante, reconoció públicamente su derrota y señaló que no se opondría a los resultados. El mundo entero miraba atónito como un dictador aceptaba una derrota con franqueza.
Pero claro, tuvo que haber sido un corto momento en donde se olvidó de todos los fantasmas que guardaba en su armario. El momento que dejaría el poder tendría que hacer frente a 22 años de porquerías. Una sola noche le duró la responsabilidad. En un giro de 180 grados, declaró que se habían detectado irregularidades en el proceso (los responsables de las juntas receptoras aceptaron que hubo irregularidades… pero estas estaban a favor de Jammeh, no de Barrow, el nuevo presidente), que en buena conciencia tenía que mantenerse en el poder durante este periodo crítico, y que Alá lo apoyaba. Se aferró al poder.
Entonces ocurrió lo inédito, las fuerzas armadas de ECOWAS impusieron la democracia. ECOWAS es una organización de impresionante envergadura en relación al subdesarrollo del continente. Está formada por 15 países del oeste africano; cuentan con un Banco de Desarrollo, acuerdos de cooperación económica, pactos de estabilidad, etc. Pues, las fuerzas militares de ECOWAS se posicionaron a lo largo de la frontera (Gambia solo tiene frontera con Senegal, es una especie de enclave), y mandaron un ultimátum. “¡O Jammeh deja el poder o intervenimos!” Los militares gambianos sabían que sus fuerzas no podrían contener la acometida de ECOWAS y renunciaron a proteger al tirano.
Jammeh salió del país. Inmediatamente después pulularon los reportes de que antes de salir “saqueó los cofres” del país. ¿Será que nos olvidamos de la ida de Bucaram? ¿Será que nos espera un destino gambiano?