El sempiterno Kim Jong un, líder supremo de Corea del Norte, aseguró su dinastía tiránica con la Constitución de su país, en forma similar que se pretende lograr en gobiernos de construcción democrática, mediante la “reelección indefinida”. Ensueñan así a cándidos ciudadanos con la imposición de un plan para cientos de años, que al mismo tiempo garantiza su presencia imperecedera en el control del país.
La Constitución de Corea del Norte establece asegurar a su gobierno, por lo que es uno de los temas no negociables en la crisis de la península de Corea.
El otro tema más conocido y preocupante para el mundo es la desnuclearización de Corea, que se ha caracterizado por una escalada verbal, con amenazas de destrucción completa, de reducción a cenizas, o de tomar el discurso como una declaración de guerra. No hay posibilidad por lo tanto de una “Opción Cero”, como la propuesta para el retiro de armas nucleares en la década del ochenta por el presidente Reagan, en negociaciones para entonces positivas con la Unión Soviética.
Este segundo tema no negociable, significa que Corea del Norte seguirá siendo un país nuclearmente armado, sin reconocimiento por el Tratado de No Proliferación Nuclear NPT, al que pertenecen los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Con lo irreversible se ha llegado a una situación crónica de la crisis de Corea del Norte, en la que nuevamente Rusia se ofrece y confirma su interés en buscar mecanismos diplomáticos para resolver el problema.
Es de esperarse que no se repita el caso de Siria en la que a pesar de haber logrado desescalar la situación, únicamente se gano tiempo ante la opción de una disuasión ofensiva por parte de Estados Unidos ante el empleo de armas químicas por parte de Siria contra su propio pueblo. Finalmente el presidente Trump tuvo que optar por el ataque misilístico ante la provocación de Siria al emplear armas químicas.
Las opciones militares y de negociación en Corea, corren paralelas para la solución de la crisis, sin que se deje de considerar el empleo del poder duro y del poder suave, según la teoría de Joseph Nye, ya que hace 20 años, Corea del Sur implementó la “Sun Shine Policy”, para dar prioridad a la negociación, y cooperación, como se concretó con la zona industrial de Kaesong KIZ, con aporte de 50 000 trabajadores de Corea del Norte. Iniciativa también suspendida.
Ahora el presidente surcoreano Moon propone la “Iniciativa de Berlín”, para, en una cumbre, afinar proyectos de cooperación económica, el intercambio no político y preparar la realización de los Juegos Olímpicos del 2018.
Todas las alternativas necesarias para una solución a la crisis están abiertas, incluyendo una salida honorable para el presidente Kim, sobre las cuales China y Rusia tendrán una oportunidad para remover el punto muerto y preservar la paz.
Columnista invitado