La inversión del IESS en bonos del Estado inquieta a los afiliados. Representantes de los empleados y patronos la reprueban. Falta de transparencia en las finanzas públicas.
Ningún proceso de aprobación presupuestaria ha servido. Entre 1979 en que retornamos a la democracia y 1999 tuvimos gobiernos de minoría legislativa que compartían el proceso presupuestario con el Congreso.
El aumento del gasto con que modificó la pro forma el Congreso de 1979 obligó al endeudamiento externo para gasto corriente y es el antecedente de la crisis fiscal de 1982-83.
Los siguientes presidentes también tuvieron que lidiar con mayorías legislativas adversas que incrementaban el gasto.
Luego del colapso de 1998-99, se redujo el papel del Congreso en la aprobación presupuestaria. El Banco Central ganó en autonomía y con acceso pleno a información oficial, emitía su ponderada evaluación de la pro forma presupuestaria.
El esquema funcionó. Pero cambió con la Constitución de Montecristi. Ya no hay informe de un Banco Central independiente. La mayoría oficialista aprueba una pro forma que no incluye la partida del aporte del Gobierno al IESS para el pago de jubilaciones, y donde consta un déficit de USD 4 millones, sin que conste cómo se lo financiaría. Insólito. No hay controles sobre el Fisco.
Lo que se dijo entonces, septiembre 2009, fue que el financiamiento en su mayor parte sería externo. Pero hasta ahora solo hay dos acreedores externos, BID y CAF, que han hecho discretos aportes. Entonces el Estado emite bonos por USD 1 520 millones, para los que aparte de montos menores, no hay otro comprador que el IESS, que tenía USD 1368 millones depositados en el Central. El IESS compró USD 550 millones. Pero, ¿Deberá comprar el grueso del resto de la emisión? El Ministro de Finanzas anuncia nueva emisión de USD 130 millones. ¿También la comprará el IESS?
El problema no es tanto que se invierta en bonos del Estado, sino que cómo pretende el Gobierno que el IESS lo financie cuando ni siquiera presupuesta sus obligaciones con el Instituto. Que a pesar de no contabilizar ese aporte, y no pagarlo, incurre en un déficit que no se sabe a cuánto asciende, cómo se va a financiar, cuánto requerirá del IESS en 2010; cuán sostenible es la política fiscal.
Si dada su disponibilidad a comprar bonos el IESS contribuye a que el Gobierno se enfile por un despeñadero, seremos los afiliados los que perderemos acceso a las prestaciones de salud y jubilación que nos cuestan más del 20% de nuestras remuneraciones.
El Estado le debe a quienes quiere le presten plata, los afiliados al IESS, una rendición de cuentas sobre la viabilidad de la situación fiscal, y por qué sus fondos estarán a salvo.