El presidente Correa y sus funcionarios principales del Ministerio de Energía y Minas han convertido a otro Ministerio, el de Ambiente, en una ONG amenazada por el ridículo. Habría que solucionar eso. O el de Ambiente es un Ministerio gubernamental y, por tanto, sus propuestas importan para el resto del Gobierno, o lo suprimen como inútil ONG.
Aunque esta ficción (eso de tener un Ministerio, el del Ambiente, sólo como señuelo y para despistar) viene de lejos, la situación se volvió insostenible desde las muertes de agosto/2009 en la provincia de Orellana. Ya entonces, el Ministerio de Ambiente prometió al país que daría solución a la situación allí planteada por la presencia de grupos indígenas ocultos, o con poco contacto. Con ese objetivo ha ido presentando, dentro del Gobierno, pruebas de la existencia de esas gentes; recordó la protección que la nueva Constitución (tan ensalzada desde la Presidencia) les otorga y, consecuentemente a todo ello, pidió algunas medidas inmediatas. La más crucial de todas ellas, por su evidente impacto, es la suspensión de actividades petroleras de la zona, al menos en el entorno inmediato a una presencia bien probada.
¿Qué han hecho el sr. Presidente y su Ministerio de Energía? Han botado todas esas propuestas al tacho de la basura. Más aún, no solamente se niegan a cualquier restricción de la industria en la zona, ¡es que han autorizado nuevos trabajos en un lugar (Armadillo) que se sabe habitado y recorrido por grupos ocultos! Esta autorización, incluso, parece violar alguno de los artículos de la Constitución de la República, como aquel que garantiza el respeto de su territorio a los grupos sin contacto.
En una reciente entrevista televisada, el sr. Wilson Pástor, a la hora de justificar los nuevos trabajos aprobados en el bloque 31, llega a asegurar, con desenvoltura, que allí había un grupo de 17 personas cuando comenzaron los trabajos, al inicio de los años 90 “y que luego no se les ha visto nunca más”. Naturalmente, al señor Pástor le importa nada lo que sucedió con esas gentes que han desaparecido. No lucía apenado. ¿Le va a importar tan poco lo que ocurra con los habitantes que recorren el lugar de Armadillo? Porque ahora no pueden ser hechos prefabricados, ni han sido inventados por movimientos políticos antipetroleros (como tuvo la increíble audacia de comentar sobre las muertes de agosto), sino que su propio Ministerio de Ambiente se lo ha demostrado .
Por tanto, creo que la ciudadanía puede muy bien preguntarse. ¿Es el Ministerio de Ambiente un instrumento gubernamental, o se lo toman a risa desde los ministerios que mandan? ¿Quién se hace responsable de la situación ?
Columnista invitado