Si se analiza en forma numérica y se observa de manera gráfica el comportamiento de las tasas de interés durante los últimos 12 años se puede concluir que parece el resultado del electrocardiograma de un cadáver. Las tasas de interés son líneas horizontales con pocos cambios cuando a algún funcionario público se le ocurría que debía modificarse el techo de alguno de los segmentos. No puede ser que las tasas de interés permanezcan inmóviles con inflación de 0% y del 5%, con riesgo país de 800 puntos básicos y con 580 puntos básicos, con un precio del barril de crudo de 140 y con un precio del petróleo de USD 30, con una liquidez que crece al 20% anual y con una que aumenta al 3% anual, etc.
Conceptualmente en economía hay variables que actúan como causa y otras como consecuencia, algunas son instrumentos, otras son objetivos o metas, unas se pueden influir directamente otras de manera indirecta. En el caso de la economía ecuatoriana por ser un sistema dolarizado y abierto al mundo, es decir, sin moneda nacional y usando una moneda extranjera, teóricamente las tasas de interés deberían venir dadas por el mercado internacional ajustadas las mismas por el riesgo país. En otras palabras, las autoridades económicas del país no podrían incidir mayormente en el nivel de las mismas, pues éstas responderían mayoritariamente al vaivén de la economía mundial. Sin embargo, ya en la práctica, la política económica aplicada en el Ecuador desde inicios del gobierno anterior, ha determinado que las tasas de interés sean fijadas periódicamente por el Banco Central, supuestamente como resultado del movimiento del mercado financiero nacional.
Los resultados reales han sido simplemente que las tasas de interés prácticamente no responden a nada. Están definidas por el Banco Central sin que se conozcan las reales razones por las cuales son variables inmóviles en una economía donde cada día se mueve todo.
¿Quién ha dicho que una baja de las tasas de interés estimula a cualquier sector económico? Si se reduce de forma arbitraria y a dedo las tasas de interés de un determinado sector como el agrícola que es fundamentalmente rural, lo que sucede es que el crédito se cierra y el agricultor, sobre todo el pequeño, regresa al agiotista o chulquero, quien le cobra tasas de interés del 5% diario. No hay crédito más caro que el que no existe. Otros segmentos, como el productivo, sí cuenta con las características para que reducciones de las tasas de interés estimule la actividad.
Por estas razones, lo sano y adecuado es que las tasas de interés respondan al mercado y no sean administrativamente fijadas por el BCE. La autoridad, sin embrago, puede establecer unas bandas de flotación para evitar comportamientos oligopólicos o de afectación al ciudadano. Se están demorando demasiado en este tema.