Duda Mendonça es uno de los personajes que ha gozado del mayor prestigio y fama que puede otorgar la política a un publicista con tal de que ayude a ganar una elección y conquistar el anhelado poder.
Entre el 2000 y el 2001, el publicista de marras tomó las riendas de una de las misiones más delicadas que la política y la lucha por el poder podían imaginar. Lula, el hábil luchador sindical de Pernambuco, había fracasado en tres ocasiones en su afán por llegar al palacio de Planalto, en Brasilia.
Muy pocos creían en la posibilidad de alcanzar la gloria. Entre ellos estaba este publicista experto en marketing de productos de consumo. Pero bueno, el producto política también es de consumo para las masas siempre esperanzadas en un ídolo que los saque de sus frustraciones, especialmente económicas y de marginación social.
Vamos dijo Mendonça y comenzó a armar el producto. Lula también contribuye porque es un personaje inteligente que solo convencía a la izquierda y a la clase proletaria con la que trabajó siempre, especialmente en los poderosos sindicatos metalúrgicos de Sao Paulo.
El publicista cambió primero el ‘look’ del personaje, le cortó la barba, el cabello lleno de churos fue alisado, por primera vez usó terno y corbata, abandonó las ajustadas camisetas que solo mostraban una barriga muy abultada y comenzó a moderar su discurso de eternas confrontaciones.
Nacido en Bahía hace 66 años y bautizado como José Eduardo Cavalcanti de Mendonça, el publicista sin embargo se quedó muy cerca del líder, comenzó a gozar de la fama lograda en las urnas. Muy pocos lo conocían y eso lo volvió un tanto enigmático. Estar al lado del poder político no solo lo llenó de prestigio, consiguió muy buenos contratos para su agencia publicitaria.
Ganó también la reelección de Lula en una sola vuelta y su poder se volvió ilimitado. Poder y corrupción, he ahí el dilema que le tocó afrontar al personaje y a su conciencia.
Después de alcanzar la gloria y el cielo, hoy su fama y prestigio tocaron piso, la Justicia brasileña, independiente del poder político, ahora le pisa los talones, le pide que rinda cuentas, que justifique el desvío a bancos extranjeros y a paraísos fiscales de un equivalente a cinco millones de dólares.
Acusado de lavado de dinero, evasión fiscal, desvío de divisas, no tiene cómo explicar lo que hizo con tanto dinero que graciosamente los brasileños definen como un ‘sueldazo’.
Así de ingrato es estar fuera del poder. Duda Mendonça, en su desesperación, cifra sus esperanzas en que Lula volverá a la Presidencia el 2014, se la juega por tratar de convencer a todos que Dilma Rousseff no tiene posibilidades.