En llamativa coincidencia cada vez son más los lectores que se comunican conmigo para acusarme de estar obsesionado con Chávez. Los he tomado en cuenta y revisé mi conducta: definitivamente no creo que sea un problema de obsesión. Son datos de la realidad. Si, por ejemplo, se tienen varios hechos y noticias y entre ellas están las declaraciones de un general que anuncia que si en las próximas elecciones presidenciales gana la oposición, no se reconocerá el resultado y continuará el presidente en ejercicio (en el caso Hugo Chávez) hasta que a este se le antoje; y si a ese general el presidente lo asciende al más alto rango dentro de las FF.AA. venezolanas, ¿eso es o no es una información de primera, digna de ser analizada y comentada?
Por ejemplo, si en un país se realizan elecciones legislativas; gana la oposición, obtiene más del 50 % de los votos, pero el oficialismo se lleva más del 60% de los legisladores; ¿qué es eso? ¿Un milagro? Seguro que no es obsesión. Sí es noticia. Si además la Unasur y la Cumbre de Naciones Iberoamericana, preocupadas por la defensa de la democracia aprueban cláusulas de “autoblindaje democrático” y esas declaraciones las firma Chávez (además de otros reconocidos demócratas como Fidel, Chávez, Ortega); cómo no comentarlas.
Mientras tanto, para esta columna teníamos que Hugo Chávez se aprestaba -quizás al salir esta ya lo hizo- a privarle al nuevo Congreso venezolano de la mayoría de sus potestades, procurando que el actual le vote pleno poderes. Ya consiguió días atrás que sus legisladores designaran a todos los nuevos miembros de “su” Poder Judicial, no sea cosa que con el nuevo Poder Legislativo se les escapara algo de las manos. Y como se sabe en este tema de la separación de poderes Chávez es muy celoso y no le gusta que haya desvíos y por eso prefiere manejarlos los tres él solo.
Entre varias organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos que han protestado contra los atropellos que pretende llevar a cabo Chávez, también la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión han manifestado su preocupación por tres proyectos de leyes que podrían aprobarse en el Congreso que se va. Estas organizaciones, sin duda, muy prudentes, advierten que dichos proyectos no establecen los límites para que exista un verdadero control de las facultades legislativas que asumiría el Ejecutivo ni el equilibrio entre poderes que dé garantía para la vigencia de los derechos humanos e indican que dichas normas atentan contra la suerte de la TV independiente e implican serias restricciones para el derecho a la libertad de expresión y restringen la influencia de los medios independientes de Venezuela.