Aproximémonos al tema a través de algunos sinónimos de “obscenidad”, : desvergüenza, inmoralidad, corrupción, impudicia. Para J. Baudrillard, filósofo y sociólogo francés, lo obsceno es aquello que aniquila la “escena”, es decir, que pone fin a lo visible en ascendente de decencia. Así como la pornografía destruye por escabrosa el erotismo necesario en el amor bien entendido, existen actos – obscenos – de trascendencia social que arrasan con la sensibilidad benéfica a la que estamos obligados como miembros de una colectividad.
La obscenidad en lo social se presenta en el hombre que hace algo para impedir la realización del hombre como ser en el que confluyen elementos ineludibles para su vida decorosa; por igual, en quien deja de hacer aquello que es favorable al hombre. La ética y la moral como antónimos de la obscenidad, nos imponen el compromiso de velar por la libertad propia, pero entendiendo que ella se traduce en la libertad de los demás. La libertad jamás se desvincula de la trascendencia del hombre.
Gozar de bienes materiales y espirituales en desmedro de los – seres – menos favorecidos es también obscenidad. El defecto se profundiza cuando la justificación viene por argumentos pueriles de un bien propio supuestamente mayor. Despojar al prójimo de los elementos para su existencia digna, con explicaciones mercantilistas, es desvergüenza. La última encíclica del papa Francisco (Fratelli Tutti, octubre de 2020) nos advierte que ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, “burlándonos de la bondad”, habiendo llegado la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Agrega el Santo Padre que tal destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses.Entre quienes así actúan se cuentan “actores sociales” que presentan a terceros países “exitosos como modelos a seguir”, olvidando que no cabe cotejar realidades distintas. La encíclica expone de manera enfática que “(…) esta nostalgia superficial y triste, que lleva a copiar y comparar en lugar de crear, da espacio a una autoestima nacional muy baja. En los sectores acomodados (…) se advierte la incapacidad de aceptar características y procesos propios, cayendo en un menosprecio de la propia identidad cultural como si fuera la única causa de los males”.
La corrupción, otra faceta de lo obsceno. Para desconsuelo social nos hemos “acostumbrado” a identificarla como mero libertinaje con la apropiación de lo que no nos pertenece en términos pecuniarios. Es indispensable considerar que igual repugnancia está llamada a causar la impudicia ostentada en la mentira y el acomodo de realidades parciales. Quienes dejan de ser sinceros y honestos en sus análisis de los entornos sociales imperantes son felones de conciencia, igual de malignos para con la comunidad.