Al Movimiento Alianza País se le asignarán más de 90 de 137 escaños en la Asamblea Nacional, esto sin contar con los curules que le corresponde de entre los candidatos a asambleístas en representación de los ecuatorianos residentes en el exterior (se eligieron 6). Es decir, el gobernante será “gerente-propietario” de todas las funciones del Estado, y en el caso del Poder Legislativo, de las voluntades de la mayoría absoluta de los asambleístas que serán obedientes (“Propenso a obedecer”. “Obedecer.- Cumplir la voluntad de quien manda”, definiciones constantes en el Diccionario de la Lengua). En otras palabras, será sumisa más de las dos terceras partes de los asambleístas (“Sumiso.- Rendido, subyugado”). Será una lástima que en vez de contar con asambleístas deliberantes, se tenga, como ocurre con los integrantes de las Fuerzas Armadas, un grupo de asambleístas obedientes.
De las primeras declaraciones del reelegido Presidente, se comprueba la decisión de que “sus” asambleístas, sumisos y subyugados, sin discusión ni tardanza, deberán aprobar el código de desarrollo agrario y de soberanía alimentaria; la ley de comunicación; la de aguas; el código integral de la salud; el código de la producción; la ley eléctrica; el código integral penal; reformas constitucionales y la ley de minería; y, el código de ordenamiento urbano. Siendo mal pensado, y ante la necesidad de recursos del modelo implantado por Correa y sus huestes, ¿por qué no una nueva reforma tributaria para seguir exprimiendo al sector productivo ecuatoriano? Total, sería la primera en su tercer mandato.
En la rueda de prensa aludida, el Mandatario sostuvo que “el consenso con la oposición sería claudicar”, concepto absolutamente peregrino que demuestra la manera como a él le gusta gobernar. Esto lleva a concluir, utilizando la terminología de tecnólogos del Gobierno, que la hoja de ruta del nuevo período presidencial tendrá cambios en la matriz productiva (lo que conlleva, entre otras cosas, la redistribución de la tierra y del agua); se dará impulso del conocimiento (significa, en palabras de Politik, que “los estudios e investigaciones del país estarán en función de sectores industriales y productivos”); y, se efectuará la “territorialización” de la gestión pública (traduzco: significa que no todos los ministerios se quedarán en Quito).
La revolución ciudadana tendrá como plan de gobierno de los próximos años, las revoluciones ecológica, urbana, del conocimiento, de la justicia y cultural. Si a estas nuevas revoluciones se agregan las implementadas por Correa desde que está en Carondelet (revoluciones económica, productiva, del trabajo, social, ética, constitucional, de la soberanía), este país será todo una revolución, que es de esperar no degenere en despelote.