El presidente Obama –todavía estropeado por la golpiza republicana- se acordó de América Latina en su discurso sobre el Estado de la Unión, pronunciado el miércoles, y anunció que este año visitará Brasil, Chile y El Salvador.
La oferta para sus compatriotas fue mejorar el empleo y la educación. Al resto del mundo informó también que China e India, dos países ex pobretones, son ahora los competidores de la potencia pero con la circunstancia de que entre ellos no se habla de guerra fría -como en los viejos tiempos soviéticos- sino de negocios y, por lo tanto, los tres se llevan aceptablemente bien.
Los comentarios anotan que Obama ya no es solo un carismático, como hace dos años, cuando los Estados Unidos de América, deslumbrados por su verbo y su color, le eligieron apoteósicamente Gran Jefe. Ahora es pragmático. El míster President, pese a todo, mantiene las esperanzas de que le reelijan en el 2013 y no tanto por sus virtudes –ahora discutidas- sino porque el otro partido –el Republicano- sigue tan falto de un buen candidato como cualquier país sudaca y bolivariano. Mientras tanto las críticas superan a los elogios. La economía gringa sigue siendo una preocupación pese a las ofertas del 2009, la salida de Iraq no funciona y en otro frente no encuentran la fórmula para derrotar a los talibanes. Varios países siguen desafiando a Washington, como en los malos tiempos de Bush, y doña Hillary trabaja sin descanso pero faltan resultados. Los republicanos continúan murmurando del izquierdismo obamista y Fidel comenta que el discurso del 25 fue mentiroso. El Presidente, sin embargo, ya perdió miedo a las críticas y pide a sus adversarios republicanos trabajar juntos en algunas áreas.
Obama no conoce América del Sur. La verá por vez primera en Brasilia, saludando con la ex guerrillera Dilma, heredera de Lula y novel jefa de la octava potencia económica mundial. Una dama realista hasta hoy. Luego saltará a Chile, el país piloteado por el roto –o el potentado- Piñera, aspirante a constar en la lista del “Primer Mundo”. Finalmente, hará una escala en El Salvador, el país más potable para saludar a Centroamérica. Obama llegará a esos lares con su idea de que los choques con las nuevas potencias emergentes no serán con armas sino compitiendo en el campo económico y no puede seguir olvidándose de los países latinoamericanos.
Ecuador, por cierto, no era pre candidato a una visita de ese tamaño, pero en estas tierras ecuatoriales hay siempre expectativa –y más en estos últimos cuatro años- por las relaciones con su comprador número uno. No han faltado los altibajos, las dudas y las esperanzas. Tampoco las preguntas: ¿se van a renovar las preferencias andinas? ¿Van a llegar hasta la mitad del mundo los efluvios de la visita de míster Obama al subcontinente? ¿Doña Hillary se ha olvidado Quito? ¿Qué mismo piensa el Jefe? y algunas más.