Los republicanos lo acusan de actuar como si fuera rey, y los activistas le reclaman por no gobernar por decreto.
La verdad es que el presidente Barack Obama hace lo que puede y es en este sentido en que debe verse su decisión de atender las súplicas de algunos de los demócratas aspirantes a una curul en el Senado, y aplazar hasta después de las elecciones de noviembre la emisión de acciones ejecutivas para aliviar el estatus de ciertos grupos de indocumentados. El temor de Obama, según dicen sus voceros, es que, si se asocia la derrota electoral de un puñado de senadores al tema migratorio, con razón o sin ella.
El asunto migratorio no es el único problema de la agenda interna que enfrentan los demócratas. La impopularidad del Presidente, la continuación de la implementación de la Ley Sanitaria, son otros tantos. En política exterior habría que considerar la crisis en Oriente Próximo, Ucrania y Rusia.
En lo que respecta a lo migratorio debemos admitir que la crisis creada en la frontera con la llegada masiva de decenas de menores indocumentados de Centroamérica a comienzos del verano ha “politizado” más aún el problema, aun cuando la migración de adultos ha amainado un poco.
Con asombroso cinismo, el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, dijo que “la decisión simplemente de retrasar esta acción unilateral que es profundamente polémica y posiblemente inconstitucional hasta después de las elecciones –en lugar de abandonar la idea por completo– huele a pura política”. ¡Qué sorpresa! Boehner empieza a descubrir que el quehacer de los políticos, como él, ¡es la política!
Desde mi punto de vista, el argumento central de Obama para posponer las medidas es irrefutable. Hacerlo ahora aumentaría el riesgo de dejar el control del Congreso en manos de los republicanos. La coalición que posibilitó su triunfo en el 2008 y el 2012 carece del músculo político necesario para ganar elecciones intermedias en los estados en los cuales las curules están en juego, por ejemplo, en Arkansas, Alaska, Luisiana y Carolina del Norte.
Es cierto que Obama pudo hacer algo para evitar la deportación de miles de trabajadores que no eran criminales. Pero también hay que reconocerle que, gracias al programa que suspende la deportación de jóvenes sin papeles y les permite trabajar temporalmente, miles de ellos han podido darles a sus vidas cierta estabilidad.
Hoy se acusa al Mandatario de ser oportunista por prometer reformas a cambio de votos. Yo creo que la realidad es que el voto latino solo tiene fuerza en estados como California y en elecciones presidenciales, cuando se coaliga con otras fuerzas para mostrar que el voto urbano supera al voto rural.
Reclamarle resultados positivos cuando la realidad política no lo permite es un craso error. Esperemos a que pase la elección intermedia para exigirle que cumpla sus promesas.
El Tiempo, Colombia, GDA