¿Quién dice que el país no ha cambiado, que no existe hoy una “justicia independiente”, que no se persigue y sanciona la corrupción y que, en definitiva, la impunidad es cosa del pasado? Cuán equivocados están los que siguen con pensamientos obsoletos porque los resultados están a la vista. Dentro de esta dinámica de purificación frente al pasado, hoy se pueden encontrar muchos santos que merecen estar en el altar antes que investigados por la Fiscalía y procesados por la justicia. Salieron de los cargos para disfrutar de un muy merecido descanso tras sacrificarse por la Patria.
Jueces destituidos por atreverse a aplicar la ley y por valorar las pruebas. No solo que deben ser despedidos sino procesados y encarcelados, sin medidas cautelares, porque se atrevieron a actuar en Derecho y a declarar inocentes a los inocentes. Por ello fueron declarados “responsables del cometimiento de la infracción disciplinaria gravísima”, aunque se viole el Código Judicial porque no pueden analizar los contenidos de sentencias. Eso importa más que los contratos a dedo y la lentitud en las indagaciones cuando un operativo oficial encontró sospechosamente, en una oficina particular, decenas de miles de billetes dólares.
Santo devoto de la causa y bien protegido hasta que la propia acción oficial determinara que en las comisarías cobraban para dejar libres, aunque eran viejas denuncias. Incluso, el santo no tuvo empacho en revelar su mejor vida al declarar que había adquirido una casita con piscina, en la playa, construida con la ayuda de amigos.
Santo devoto de la causa, y bien protegido en la Tierra al más alto nivel, quien compra 600 mil tirantes (que hizo pasar como chalecos para los motociclistas), sin cumplir las normas técnicas y con el cuestionamiento del control oficial para que suspenda el proceso. Triplicó el número adquirido porque “después” se enteró que habían sido 200 mil motociclistas y sin embargo quiso comprar 600 mil más. Adquirió 70 mil GPS también con cuestionamientos técnicos. Solo en los dos contratos superaron los USD 30 millones. Hizo caso omiso de los informes oficiales negativos y los pedidos de rectificaciones del Incop para que suspenda los procesos y acoja las observaciones, pero se burló de todos en lugar de preocuparse por evitar que suba año a año el índice de muertos y heridos por accidentes. Por todo esto, el Incop notificó a la Contraloría, que a su vez remitió el caso a la Fiscalía, con graves indicios de responsabilidad penal.
Santo y bien beatificado, que se pasea tranquilo, pese a los 12 procesos judiciales por haber permitido corrupción y que se coman los cheques delante de la Policía, sin entender que por su enorme sacrificio al país dejaron de alimentarse, y que hayan guardado maletas de billetes, en un intenso trabajo incomprendido.