Se trata de un tema recurrente para este articulista. He vuelto una y otra vez a insistir en lo que me parece obvio: formar bachilleres del nivel que se requiere para realizar estudios superiores, es de incumbencia del Ministerio de Educación. Como complemento, la organización de un sistema de nivelación y admisión: un examen único a todos los bachilleres que aspiran ingresar a la universidad. Las calificaciones obtenidas conducirían al derecho a escoger una carrera tal y hacerlo en el centro de educación superior de su preferencia. Nada del otro mundo: tal sistema fue adoptado en Colombia desde hace años con resultados extraordinarios: en investigación científica nuestro vecino le disputa el segundo lugar a Argentina dentro del contexto sudamericano. Es de advertir que también en Colombia se llegó contemporáneamente a calificar y ubicar sus universidades de acuerdo con sus niveles de excelencia.
Como no ser la Revolución Liberal de 1895, la de Alfaro, los cambios entre nosotros tardan pero llegan cuando hay voluntad política. Resulta que al momento nos hallamos empeñados en implantar un bachillerato único, en el que los cambios curriculares especialmente en ciencias nos llevarían a contar con estudiantes que inicien sus estudios superiores mejor dispuestos para dominar conocimientos de complejidades crecientes. Se anuncia para el 2012 un examen de admisión a nivel nacional a todos los bachilleres que se hallen dispuestos a realizar estudios superiores. Para el titular de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Dr. Manuel Baldeón, colega de gran formación y méritos: “Debemos asegurar que los mejores ecuatorianos entren a la universidad. Las puertas están abiertas para todos, pero los que tengan acceso serán los mejores”. En el campo de la educación, yo sí creo que la revolución ciudadana está en marcha.
Resulta que los contenidos en humanidades del nuevo bachillerato ha merecido serios cuestionamientos, muy especialmente en cuanto a la formación cívica que debería corresponderles a quienes por su edad pasaran a ser ciudadanos ecuatorianos de plenos derechos y obligaciones, líderes si cabe el término cuando obtengan su título profesional. En ese sentido yo me sumo a la Universidad Andina Simón Bolívar en sus reparos. Aquella élite, por méritos propios, debería hallarse al tanto de la historia nacional, de cómo fue constituyéndose la sociedad ecuatoriana, de los lazos que unen a sus gentes y les lleva a sentirse parte de una nacionalidad, y de cómo ésta en un espacio geográfico que lo hemos defendido y mantenido pese a tantas adversidades nos ha conducido a tener una Patria. Del resto, eso de la integración, pensamiento e identidad sudamericanas, como que basta y sobra con que nos situemos en nuestra circunstancia pues todo vendría por añadidura.