La Canciller de la República dijo que está dialogando con el gobierno británico para resolver el “insostenible” problema de Assange, cuya salud estaría quebrantada.
Cinco años y medio encerrado en la oficina diplomática, en condiciones precarias, seguramente habrán hecho huella en Assange. ¡Razón tiene la señora Espinosa para compadecer al asilado! Pero olvida que Correa, de quien fuera su primera Canciller, fomentó, negoció y acordó el asilo a Assange -acusado por delitos sexuales- por considerarlo un perseguido político cuya vida correría peligro si, extraditado a Suecia, fuese después entregado a los Estados Unidos. Una vez asilado y confiando en la protección de Correa, Assange gozó de la máxima libertad de acción, en burla y menosprecio de las limitaciones impuestas por el derecho internacional.
Sus intromisiones en el proceso electoral de los Estados Unidos y en el delicado tema español de Cataluña son públicamente conocidas, como lo son sus ofensivas actitudes en lo tocante a la política interna y externa de nuestro país y sus ingratas alusiones al Ecuador y al propio presidente Moreno.
Ahora, la Canciller correísta se percata de la penosa situación de Assange y confiesa haber hecho gestiones para resolverla, entre las que consta el haberle otorgado la nacionalidad ecuatoriana con el fin de nombrarle diplomático, lo que dos días antes negara y calificara de rumor infundado. ¿Pensaría la señora Espinosa que Assange, provisto de inmunidad diplomática, hubiera podido eludir la justicia de Gran Bretaña y salir de la Embajada para ejercer libremente sus actividades? ¿Creería que la nacionalidad ecuatoriana, cuyo valor ético, legal, político y psicológico debe ser reconocido como inigualable por todos los ciudadanos de honor, puede ser usada como mecanismo procesal para proteger a un extranjero cuya conducta es, por decir lo menos, cuestionada? ¿Imaginaría así poder engañar a la tradicional justicia británica? ¿Tiene Assange argumentos documentales que le permiten ejercer tanta influencia?
La Cancillería inglesa dio una respuesta escrita terminante: se negó a aceptar la designación de Assange, anunció que no le reconocería los privilegios e inmunidades establecidos en la Convención sobre Agentes Diplomáticos y concluyó que Assange solo tiene la opción de someterse a la justicia británica. Contradijo a la señora Espinosa al añadir que Gran Bretaña no está dialogando con el Ecuador sobre este asunto.
La Canciller debe dar al Ecuador una explicación verdadera sobre estos hechos, inclusive sobre la mediación de terceros, que ha resuelto buscar. Si el Ecuador no pone fin al asilo, si Gran Bretaña no cede en su posición y si Assange no decide salir de la Embajada, ¿cómo piensa la Canciller imponer a Londres una mediación para resolver el problema?