Pedir que cambie en lo que le ha ido bien sería necio, pero cabe disminuir la exposición mediática del presidente Correa si no a va ser candidato, admitiendo que el Gobierno querrá mantener una campaña política promocional para consolidar la revolución ciudadana como fin último.
Ahora debe evaluar lo hecho, persistir en lo bien realizado y efectuar una autocrítica de lo que ha hecho mal; e informar sobre lo que va a hacer, para qué y cómo.
En el nuevo período el tiempo del Presidente debe emplearse más bien en controlar si las empresas chinas están haciendo correctamente los proyectos hidroeléctricos, si realmente se puede construir la enorme refinería del Pacífico y si se van a financiar importantes obras de infraestructura con fondos estatales o mediante inversiones privadas para liberar recursos del Estado para otros proyectos.
En lo esencial, el Presidente debe atender más los grandes temas. Por ejemplo, cómo aumentar la conectividad bajando los precios de la Internet, si se harán autopistas nuevas con inversión privada a base de peajes justos, cómo se va a acelerar la revolución educativa para mejorar la calidad del recurso humano, qué hará para frenar los actos de corrupción que siempre hay y cómo dinamizar los proyectos básicos de agua potable y saneamiento para gastar menos en hospitales.
Un tema básico para fortalecer la economía y la solvencia internacional del país es la explotación minera con seguridad ambiental e ingresos importantes al erario nacional. Mientras que el cambio de la matriz productiva despertará al país del marasmo que nos condena a ser solo exportadores de petróleo (que nos ha dado la naturaleza sin esfuerzo nuestro), banano, café, cacao, camarones, pescados, es decir lo de siempre.
Si el Presidente logra que la producción del Ecuador se modernice, si encuentra nuevos mercados para industrias de exportación sobre base tecnológica, cambiará la estructura productiva del país y será la mayor revolución económica y social que pueda hacer. El Código de la Producción debe ser aplicado inmediatamente de común acuerdo con la empresa privada nacional y extranjera, con reglas creíbles y perdurables, para que haya más empleos de calidad y no solo precarios e inestables.
Los próximos 4 años deben ser de trabajo fecundo y en áreas importantes y dinámicas, sobre la base de lo ya hecho.
El presidente Correa tiene la responsabilidad, la obligación y el deber de acertar y al equipo de Gobierno le está prohibido errar, pues ya cuenta con seis años de experiencia, tiene un rumbo político definido, sin interferencias por la debilidad de la oposición y, ojalá, con estabilidad en sus funciones. El Presidente también debe reforzar el equipo de Gobierno con especialistas reconocidos y delegar más sus decisiones.