La economía mundial está en cuarentena. Los negocios cierran temporalmente, los consumidores están encerrados y la demanda global cae, al igual que las ventas y el empleo.
Solo en Canadá, en cuatro días de la semana pasada, unas 500 000 personas solicitaron el seguro de desempleo debido al covid-19, algo que no se ha visto en ese país desde la Gran Depresión de 1932. EE.UU. va en la misma dirección y se calcula que este mes perderá un millón de empleos. A escala global, unas 25 millones de personas podrían incorporarse al desempleo debido al covid-19, según la Organización Internacional del Trabajo.
Los pobres son más vulnerables, por lo que se necesitará enfocar los esfuerzos en ellos, sin descuidar a la clase media, que es la que mueve la mayor parte del consumo.
Esta realidad se mantendrá en las próximas semanas porque no hay una respuesta global para enfrentar la pandemia y sus efectos económicos. Los retos que afronta la economía global pueden asemejarse a los de 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo aún no se recuperaba de la Gran Depresión.
En esa época, con el objetivo de evitar otra guerra y mantener la paz se llegó a un acuerdo mundial basado en la justicia, la igualdad, la prosperidad económica de todos los países, entre otros objetivos. Se denominó el nuevo orden mundial, que se sustenta en la colaboración entre las naciones para que todas consigan mejores condiciones de trabajo, progreso económico y seguridad social. Las instituciones que se encargarían de lograr esos objetivos eran la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
En la actualidad, las pérdidas de vidas humanas y las secuelas económicas que deja la pandemia son tan devastadoras como una guerra. El 2020 ya es un año de recesión global y lo que suceda el próximo dependerá de qué tan rápido se descubra la vacuna para el covid-19 y de las acciones de los organismos que deben garantizar la estabilidad financiera mundial.
Por ahora, las acciones son individuales, tanto de países ricos y pobres. El objetivo es el mismo: destinar más recursos para salud y atender a la población más vulnerable a través de subsidios. Sin embargo, el esfuerzo que pueden hacer los países con problemas fiscales –como Ecuador- es muy limitado. Se necesita liberar recursos para atender la emergencia por la pandemia y apoyar a las empresas y al empleo.
Si bien no hay nada que impida una recesión, sí se puede atenuar su profundidad. Para eso es necesaria la intervención del FMI, el BM, otros multilaterales y demás acreedores. Ecuador requiere reestructurar la deuda pública para direccionar esos recursos a salud. A escala global se necesita liberar gran cantidad de recursos en condiciones muy flexibles para que los países puedan enfrentar los problemas de liquidez. El covid-19 puede hacer que el mundo vuelva a enfocarse en los objetivos que se perseguía en el nuevo orden mundial.